Dije antes que el TDAH no viaja solo.
Muchas de las situaciones que le acompañan, hacen mas complicado no solo el detectarlo, sino convivir con la situación asi potenciada.
Pero las emociones funcionan como un par de ruedas en una pendiente o plano inclinado.
Siempre dije desde mi experiencia, que moverme con el TDAH a cuestas, es como caminar en una pendiente constante, cuesta arriba. Para así en cualquier momento desbarrancarme tomando velocidad entre la altura y la fuerza de gravedad
Y para colmo de males con zapatos tres numeros mas chicos.
Todo genera un esfuerzo enorme, todo desgasta y agobia, y los pies se ampollan indefectiblemente.
Crecer con TDAH duele, y mucho.
Tener TDAH comparte el viaje así, con los famosos trastornos del ánimo.
Protagonista principal la señora DISTIMIA.
Tristeza, desesperanza, angustia y una sensacion de agotamiento o escurrimiento de la energia, que se agota como las pilas de una linterna que alguien olvido prendida.
Estrés crónico.
Superposición de fracasos, repetición de eventos desafortunados.
Pérdidas encadenadas. Mal aprovechamiento de los recursos.
Una suerte de karma de mala suerte.
Que en verdad no es tal, sino que es tan solo la consecuencia de una serie de acciones que son producto de un accionar sin la regulación o el gobierno adecuado para la edad o situación del sujeto. Es resultado de no poder cambiar el zapato mientras el pie crece...
Repetición de grados o años en el colegio, generan un curriculum mediocre, una garantía de crítica a largo plazo. En el caso en que ésto no se presente, como en mi caso, fue el esfuerzo doble, el que me devolvió la sensación de tener problemas. Sentir que mi mente tenia incontinencia de lo que aprendia o veía y aparentemente perdia todo registro.
Un funcionamiento errático o inconstante, una mala publicidad o una profecía de desempleo.
La dificultad en los vinculos sociales, vivencia de inseguridad y la desvalorización, genera una suerte de viaje en solitario.
La sensación de vacío, la vivencia de falta de proyecto, o de conocimiento de rumbo junto a otros capítulos de la vida no hacen mas que reconfirmar que uno es merecedor de la suerte que preside la escena.
Peleas, conflictos, promesas que no se cumplen.
Trabajos que se abandonan, intereses que se pierden, que se escurren junto a la motivación que se esfuma fácilmente.
Dificultad para iniciar tareas, problemas para levantarse por las mañanas, problemas para comunicar las dificultades, determinan que un sujeto con estas conductas vaya quedandose solo.
Mientras en su mente un juez implacable asume el cargo de fiscal permanente.
Miedos, pero sobre todo el pánico al fracaso repetido, aún con la intención y la voluntad del éxito.
Encerrado, como rodeado por una manera de funcionar que solo garantiza mas condenas.
Deudas. Desempleo. Malos negocios. Carencia de recursos.
La situación emocional parece ir de la mano del balance bancario, o las caras de los que le rodean.
Cuando la cuenta está en rojo, el sujeto colapsa. Y cuando colapsa y se encierra, los ingresos se secan.
Cuando el sujeto está o se siente solo, la cama es la compañera que le miente, prometiendole refugio, y devorando sus posibilidades de cambio, y crece la excusa. La impotencia, que muchas veces deja al sujeto funcionando como un extra de su propia película.
Ruptura crónica de parejas, o vínculos que son cual danzas en desarmonía, sostienen esa mirada negativa que se va cultivando desde la infancia.
No solamente el dinero es solo uno de los disparadores de angustia.
La mirada que cada uno construye sobre si mismo, es producto de la concatenacion de fracasos, soledad y frustración.
Y es entonces asi como en muchos casos, casi todos diría, la autoestima está herida de muerte.
Falta crónica de energía. Falta de registro del deseo. Deseos que agotados de ser generadores de resultados frustros, enmudecen y se tornan protagonistas ocultos de su silencio.
En forma de una sombra permanente.
Una amenaza en lugar de una salida. Porque escucharlos, es darle la entrada a la posibilidad de un nuevo fracaso.
Evitar, entonces una coartada con sentido de supervivencia.
Cuesta abajo sin posibilidad de freno.
Caida libre, a veces desde alturas que no permiten ni siquiera recoger los pedazos de quien se estrella al final del camino.
Un devenir en penumbras, casi agónico y rodeado de desesperanzas envueltas entre frazadas y almohadas, que en lugar de proteger asfixian.
Entender este proceso lleva tiempo, pero desandar el camino, dependerá de las posibilidades de recibir ayuda. La primera es la aceptación : del problema y de la circularidad de los sintomas.
Porque es muy pero muy dificil subir nuevamente la cuesta solo.
El TDAH solo, no es un problema demasiado serio. Si la detección es temprana, si el tratamiento es abarcativo o incluye a todo el entorno.
Si caminamos muchos kilometros con zapatos chicos, las llagas, y las ampollas serán lógicamente una consecuencia.
Pero despues de sanarlas, deberíamos no volver al zapato inadecuado, porque sino solamente estaremos trabajando sobre la superficie.
Piensenlo.
Es importante que nuestros hijos, si tienen TDAH puedan evitar ampollar crónicamente sus pies, ayudándoles a que ajusten el número del zapato con el que caminen su vida, a tiempo.
Vale la pena, siempre hay un numero que nos encaja cómodamente, pero cuando el TDAH nos acompaña somos nosotros los que debemos ir a buscarlo.
Norma Echavarria
Copyright
25 de agosto 2011
Muchas de las situaciones que le acompañan, hacen mas complicado no solo el detectarlo, sino convivir con la situación asi potenciada.
Pero las emociones funcionan como un par de ruedas en una pendiente o plano inclinado.
Siempre dije desde mi experiencia, que moverme con el TDAH a cuestas, es como caminar en una pendiente constante, cuesta arriba. Para así en cualquier momento desbarrancarme tomando velocidad entre la altura y la fuerza de gravedad
Y para colmo de males con zapatos tres numeros mas chicos.
Todo genera un esfuerzo enorme, todo desgasta y agobia, y los pies se ampollan indefectiblemente.
Crecer con TDAH duele, y mucho.
Tener TDAH comparte el viaje así, con los famosos trastornos del ánimo.
Protagonista principal la señora DISTIMIA.
Tristeza, desesperanza, angustia y una sensacion de agotamiento o escurrimiento de la energia, que se agota como las pilas de una linterna que alguien olvido prendida.
Estrés crónico.
Superposición de fracasos, repetición de eventos desafortunados.
Pérdidas encadenadas. Mal aprovechamiento de los recursos.
Una suerte de karma de mala suerte.
Que en verdad no es tal, sino que es tan solo la consecuencia de una serie de acciones que son producto de un accionar sin la regulación o el gobierno adecuado para la edad o situación del sujeto. Es resultado de no poder cambiar el zapato mientras el pie crece...
Repetición de grados o años en el colegio, generan un curriculum mediocre, una garantía de crítica a largo plazo. En el caso en que ésto no se presente, como en mi caso, fue el esfuerzo doble, el que me devolvió la sensación de tener problemas. Sentir que mi mente tenia incontinencia de lo que aprendia o veía y aparentemente perdia todo registro.
Un funcionamiento errático o inconstante, una mala publicidad o una profecía de desempleo.
La dificultad en los vinculos sociales, vivencia de inseguridad y la desvalorización, genera una suerte de viaje en solitario.
La sensación de vacío, la vivencia de falta de proyecto, o de conocimiento de rumbo junto a otros capítulos de la vida no hacen mas que reconfirmar que uno es merecedor de la suerte que preside la escena.
Peleas, conflictos, promesas que no se cumplen.
Trabajos que se abandonan, intereses que se pierden, que se escurren junto a la motivación que se esfuma fácilmente.
Dificultad para iniciar tareas, problemas para levantarse por las mañanas, problemas para comunicar las dificultades, determinan que un sujeto con estas conductas vaya quedandose solo.
Mientras en su mente un juez implacable asume el cargo de fiscal permanente.
Miedos, pero sobre todo el pánico al fracaso repetido, aún con la intención y la voluntad del éxito.
Encerrado, como rodeado por una manera de funcionar que solo garantiza mas condenas.
Deudas. Desempleo. Malos negocios. Carencia de recursos.
La situación emocional parece ir de la mano del balance bancario, o las caras de los que le rodean.
Cuando la cuenta está en rojo, el sujeto colapsa. Y cuando colapsa y se encierra, los ingresos se secan.
Cuando el sujeto está o se siente solo, la cama es la compañera que le miente, prometiendole refugio, y devorando sus posibilidades de cambio, y crece la excusa. La impotencia, que muchas veces deja al sujeto funcionando como un extra de su propia película.
Ruptura crónica de parejas, o vínculos que son cual danzas en desarmonía, sostienen esa mirada negativa que se va cultivando desde la infancia.
No solamente el dinero es solo uno de los disparadores de angustia.
La mirada que cada uno construye sobre si mismo, es producto de la concatenacion de fracasos, soledad y frustración.
Y es entonces asi como en muchos casos, casi todos diría, la autoestima está herida de muerte.
Falta crónica de energía. Falta de registro del deseo. Deseos que agotados de ser generadores de resultados frustros, enmudecen y se tornan protagonistas ocultos de su silencio.
En forma de una sombra permanente.
Una amenaza en lugar de una salida. Porque escucharlos, es darle la entrada a la posibilidad de un nuevo fracaso.
Evitar, entonces una coartada con sentido de supervivencia.
Cuesta abajo sin posibilidad de freno.
Caida libre, a veces desde alturas que no permiten ni siquiera recoger los pedazos de quien se estrella al final del camino.
Un devenir en penumbras, casi agónico y rodeado de desesperanzas envueltas entre frazadas y almohadas, que en lugar de proteger asfixian.
Entender este proceso lleva tiempo, pero desandar el camino, dependerá de las posibilidades de recibir ayuda. La primera es la aceptación : del problema y de la circularidad de los sintomas.
Porque es muy pero muy dificil subir nuevamente la cuesta solo.
El TDAH solo, no es un problema demasiado serio. Si la detección es temprana, si el tratamiento es abarcativo o incluye a todo el entorno.
Si caminamos muchos kilometros con zapatos chicos, las llagas, y las ampollas serán lógicamente una consecuencia.
Pero despues de sanarlas, deberíamos no volver al zapato inadecuado, porque sino solamente estaremos trabajando sobre la superficie.
Piensenlo.
Es importante que nuestros hijos, si tienen TDAH puedan evitar ampollar crónicamente sus pies, ayudándoles a que ajusten el número del zapato con el que caminen su vida, a tiempo.
Vale la pena, siempre hay un numero que nos encaja cómodamente, pero cuando el TDAH nos acompaña somos nosotros los que debemos ir a buscarlo.
Norma Echavarria
Copyright
25 de agosto 2011
Mejor descripto sería imposible.-
ResponderEliminarCarlos Marisi
dolorosamente cierto virginia santana
ResponderEliminarVirginia: Gracias por postear tu comentario. Es a veces bueno tener un feed back acerca de lo que uno piensa..
ResponderEliminarGracias !