ADULTOS SIN MANUAL DE INSTRUCCIONES

Si sos un adulto con dificultades en tu organizacion, pero no por exceso de tareas sino por que sos capaz de hacer complejo lo mas sencillo, tal vez puedas encontrar algunas cosas utiles aqui.
Si sientes que un motor esta encendido sin poder silenciarlo, o que tu motivación se escurre y te aburres demasiado pronto... Si haces mil cosas pero pocas terminas...

Si las listas de tareas incompletas te superan, si quisieras tener un mes más en el año porque jamás llegas a tiempo, tal vez aqui te encuentres.
Si olvidas tus llaves, tus telefonos, tus compromisos, lo que te han dicho o ibas a decir....la cara del mozo, el nombre de la mujer de tu socio....estas en el horno si sos un adulto. Pero puede que tengas TDAH.
Si te sientes irresponsable, avergonzado, humillado y por sobre todo desconcertado porque por momentos tu funcionamiento parece exactamente igual que el del resto....
Tal vez aqui encuentres una pista. Si recuerdas el link...
Aquí estoy para a ayudarte a que lo recuerdes. Te espero en este espacio, para que entres, leas, comentes, compartas con otros y siempre regreses por mas!
Nos vemos
Norma Echavarria
Médica Psiquiatra

martes, 1 de abril de 2014

Fragmentos de un colapso cotidiano



   
Sentada frente al escritorio, rodeada de papeles y boletas para ubicar, su mirada se desviaba incesantemente hacia la ventana que daba al jardín.
Frente a la realidad que la inundaba y la llenaba de agobio, el verde que era una invitación a la tranquilidad, no era más que otra forma de escapar.

Sosteniendo su cabeza, y a su vez dejándola caer, el peso de la historia la abrumaba nuevamente y la obligaba a partir.

Siempre se preguntó como cualquiera fuese la situación, siempre volvía al mismo lugar.

Era la sensación de agobio, y una preocupación constante lo que se repetía.

Sentada frente a la interminable y desordenada pila de papeles, que parecían reproducirse día a día, necesitó encontrar finalmente la salida del laberinto de su vida.

Siempre lo mismo, enfrentar a diario muchas más tareas de las que en realidad podía manejar.
¿Pero cómo llegaba siempre allí?

Si bien fue una cualidad suya tener miles de ideas, sabía que caía en la trampa de darles curso, y arrancar con proyectos que en un principio eran mucho más que eso, eran algo así como una rampa de despegue.

Así lo sentía, una y otra vez.

Las ideas fluían en su mente como si partiesen de una vertiente, o de un pozo de petróleo que en forma ingobernable la inundaba sin tregua.

Tener ideas nuevas, originales permitía darle un lugar a su gran imaginación y don creativo.
Siempre tuvo una fortaleza en ello.

El gran problema es que ese flujo incontrolable se tornaba su enemigo a corto plazo.
Ideas que desviaban sistemáticamente la atención que debía seguramente estar asignada a otro proyecto en curso.

Así había llegado a la pila de papeles, y proyectos que parecían con su sola presencia decir “hazte cargo”.

La presión creciente, la ansiedad y la preocupación limitaban entonces el entusiasmo.
La motivación se derrumbaba y daba paso al aburrimiento y en ese terreno fértil nacía otra idea llena de la energía de la novedad.

Ella se había dado cuenta que su mayor enemigo vivía en su interior.

Por más que repitiese, “no debo abandonar mis proyectos”, la seducción de la novedad era tan poderosa que vencía una y otra vez.

Su gran imaginación le permitía imaginarse sentada en medio de un enorme espacio, totalmente atrapada entre miles de cajas.

Cajas de muchos tamaños y aspectos, algunas sumamente pequeñas, otras enormes.
Todas de diferente origen, pero con los resabios de aquello atractivo que le hiciese darle ingreso.
Allí a través de esa imagen pudo descubrir que las cajas, que la atrapaban y no le permitían accionar, no surgían solo de su capacidad creativa.
Muchas de las cajas venían del afuera.

Estas múltiples tareas que finalmente se traducían en la presión que la aplastaba, venían también de lo que los demás depositaban en ella.

Algunas oportunidades debido a que los demás veían en ella una enorme capacidad de abarcar y una gran energía al hacerlo.
La velocidad, su accionar en varias áreas simultáneas, daban al resto una impresión de eficiencia y seguridad.

Ella disfrutó siempre de poder accionar en simultáneo.

Así aprendió a lidiar con el tremendo aburrimiento que sistemáticamente la invadía cuando bajaba la velocidad.
Entonces con el beneficio mutuo inicial ella aceptaba con agrado no solo hacerse cargo de sus ideas y proyectos sino también de ayudar a los demás en los suyos.
Así era como entraban cajas y más cajas sin cesar.

Estar sobrepasada, la dejaba no solo en permanente tensión, sino tan ocupada, que le era imposible planificar ninguna actividad recreativa o social.
Encerrada en un círculo de cajas quedaba oculta y sola.
Sola como se sentía esa tarde.

Que enorme paradoja…. Ella que no podía parar de accionar, y en su accionar descontrolado, se generaba la parálisis, el agobio y la angustia que detenían su crecimiento.










Allí sintió que iba pudiendo ubicar en la imaginada escena cada uno de los elementos que tenía alrededor.
Mirando mas detenidamente pudo darse cuenta de que muchas eran también las veces en las que ella misma se involucraba, haciendo una tarea de otro suya, sin que nadie se lo pidiera.

Recuerdos borrosos pero llenos de dolor, le permitieron revivir la sensación que sobrevenía a sentirse diferente al resto.

Siempre se sintió diferente.

No sabía que la hacía quedarse fuera de los grupos, pero siempre aparecía la escena del rechazo, de la no pertenencia, de cierta incomunicación o comunicación inadecuada.

Recurrir a agradar a los demás, complacer para obtener una sonrisa o una tregua, se había tornado en algo así como una adicción.

Nunca había sido una mujer conflictiva al menos nunca se vio en ese papel.
Pero cada nuevo grupo social, generaba en ella la enorme presión de la amenaza del rechazo o el abandono.
Sabía que había muchas mas críticas en su historia que halagos.

Seducir al “otro” para lograr ser querida, también la dejaba desbordada cuando quedaba sola.

Entonces su asociación la llevó a encontrar que diferentes bocas abastecían su agobio.
Pero todas tenían relación con ella.
Y por qué si  tanta era su energía y su motivación, la que hacía que los inicios de cada proyecto gozasen de un empuje contagioso, luego quedaba atrapada sin poder terminar?
La clave era su oscilación continua.

Su foco fluctuaba y la sacaba de cada proyecto antes de terminar.

Pero por que era que siempre aparecía ese fantasma?
La dispersión, la desmotivación, el aburrimiento, el desgano, llegaba muchas veces a tornarse en enojo y desprecio por aquello que inicialmente fuese como una fuerza guía.

No podía organizarse fácilmente.
Muchas cosas hacían su dificultad más evidente y enredándose en pasos inútiles, o compras inadecuadas de elementos que luego no podía utilizar.

Otra paradoja hizo su aparición en la escena.
Una misma persona, con grandes dificultades para controlar un proceso ejecutivo, a su vez había desarrollado un severo y exigente sistema de valoración.
No podía tolerar las críticas.
No toleraba los errores, su perfeccionismo era un recurso para compensar su vivencia de caos interior.

Pero nunca nadie llegó a imaginar y menos a ver su caos.
Solo ella, ella y el juez implacable que compartía su vida.

Una y otra vez el proceso que ya estaba sobrecargado de cajas, muchas mas de las que cualquiera podría ubicar, se enlentecía frente a la sobreexigencia  niveladora.

Tensión, ansiedad constante, miedo a ser descubierta y recibir mas críticas por sus “fracasos” la llevaban a otro colapso.

La decepción, la desmotivación, y la frustración, apagaban su motor bruscamente.

Nadie podía entender como aquello que un día era un proyecto que sostenía el entusiasmo, podía desaparecer sin más horas mas tarde.
Pero en su interior lo que nunca desaparecía era la culpa.

Se presionaba y  criticaba de la misma manera en que había aprendido, siendo una niña.
Ocultarse había sido un deporte., una elección, y luego una adicción inevitable.

Cajas y mas cajas, tareas provenientes de su creatividad e imaginación, o de la necesidad de sentirse querida, admirada y parte de algo, la llevaban a vivir sin registrar el placer.
Obviamente, abandonar una tarea que presentaba un obstáculo, era la forma mas simple de solucionar la presión, abandonar era también tener que explicar los porque.

La vergüenza no daba lugar a la verdadera razón, desarrollando así una serie de estrategias de escape.

Tenía una enorme lista de coartadas que la ayudaban elegantemente a huir.

Excusas, mentiras, pretextos, explicaciones, que creía le daban mas tiempo, solo fueron lo que la terminaron dejando sola.

Sus amigas ya no la invitaban, o no la incluían.
Jamás podrían haber imaginado el caos y la lucha que se entablaba en ella.

De hecho, muchas veces las excusas no ocultaban sus postergaciones, sino su enorme miedo.
El pánico que le generaba la sola posibilidad de ser rechazada, de equivocarse, o de recibir una crítica, empezó a seducirla con la idea del aislamiento como un lugar seguro.

No podía dejar de sorprenderse, como iba pudiendo enlazar muchas de las cosas que abastecían su descontrol.
Miedo a fracasar…. Miles de proyectos que iniciados morían a poco de nacer, le daban suficiente pie al miedo.

Comparaciones terribles con otras personas, le confirmaban la imagen construida de un “ser inferior”.

Nunca nadie pudo adivinar su inseguridad y su constante y amenazadora desvalorización.
Nadie podía ver detrás de la máscara creada con tanto cuidado.

Tanta presión, tanta ansiedad muchas veces eran las responsables de que no le pudiese dormir.
Como si su mente buscase solucionar el entuerto por las noches, ganando tiempo pero restándole paz.
Pero las soluciones no venían.
Despertarse era difícil, después de una noche de rumiar ideas.
Despertarse y enfrentar la pila enorme de cajas, no solo la inhibía más aún sino que le daba enojo y angustia.

Necesitada por un lado de estima y protagonismo, era paradójicamente dueña de una comunicación que dejaba afuera al que quisiese acercarse.

Así llegó hasta el desborde.
Su trabajo, sus hijos, las cuentas, que parecían reproducirse y crecer día a día.
Su poca posibilidad de salida, la dejaba detenida sobre el escritorio.
Mirando por la ventana, otra vez.

Pero se daba cuenta que la parálisis sobrevenía al desenfreno del entusiasmo.
Cómo explicarles a los demás que miraba una y otra vez la lista cada vez mas larga de tareas y no encontraba la punta del ovillo…
No era que no deseaba hacerlo, ella ponía metas cotidianamente para hacerse cargo pero sin lugar a dudas algo no se lo permitía.

Vivir escondida debajo de la máscara de mujer maravilla, le costaba demasiado caro.
Involucrada en un círculo permanente era como finalmente quedaba atrapada.
Sonrisas que escondían su ansiedad, alejaban toda remota posibilidad de recibir ayuda.
Quién ayuda a un superhéroe?

Una heroína en pleno colapso que más que una heroína era una  impostora en lucha permanente.
Deseaba realmente escapar de la armadura que la había protegido del dolor, pero no encontraba la manera.
Como iban a saber que la vergüenza y la angustia, la ansiedad y la culpa eran las emociones de una mujer maravilla?

Su matrimonio había sufrido los golpes de la incomprensión.
Sus silencios no ayudaron tampoco.
Hasta que quedó sola.

Frente a los papeles, las cuentas y lo mas temido de todo, su vida.

Volvió la cabeza hacia la ventana, y con una mirada perdida e inundada por las lágrimas, sintió que debía abandonar la armadura.
Temblando de miedo de sacar a la luz a la niña que vivía acosada por los fracasos del pasado y las amenazas del futuro, se permitió imaginar otro presente.
Sabía que la esperaba un desafío diferente.
Merecía empezar a vivir.

Esta fue la última tarde de agobio.
Para poder disfrutar debía dejar de protegerse y tenía que mostrar quien era realmente.

Empezaba una historia nueva, donde la desconocida debería hacer su entrada en escena.


Donde debía dejar de esconderse y mostrar que la verdadera razón de su comportamiento eran solo manifestaciones de un Trastorno denominado TDAH.
Déficit de Atención e Hiperactividad.
Le costaba aún mucho aceptar que toda su vida estuvo construida alrededor de un mecanismo de supervivencia.
Le costaba imaginarse como hubiese sido su devenir, de haber recibido el diagnóstico en su infancia.
Como uno de sus hijos.

Estaba a tiempo, todavía.
Siempre se está a tiempo.

Lo único que debía hacer era tomar el teléfono y contarle todo esto al médico que había visto al niño recientemente.
No se animaba aún a enfrentar el solo hecho de tratarse.
Pero tenía que hacerlo, para poder también ayudar a su pequeño.

Miró nuevamente el jardín por la ventana.
Lo vio diferente, tuvo la sensación de que la invitaba a salir.
No tendría que huir.
Solo empezar.




Dra.Norma Echavarria








3 comentarios:

  1. Gracias Doctora Norma por comprender como me siento.

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  2. Norma, podrás hablar de medicamentos? Ya que esa es la solución. Gracias por compartir.

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  3. Me sentí protagonista de este relato, gracias por existir doctora, me da esperanza saber que hay alguien que entiende. Pero y ahora? qué debo hacer?

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