Mariel parece seguir jugando a las escondidas hoy, como lo hizo siempre.
Me mantuvo entretenida, sin dejarme espacio para que les cuente su historia. como si sospechara que tarde o temprano deberá enfrentarse a hacerlo.
Donde nos habíamos quedado?
Ah...
Después de tanto jugar a la doctora, terminó con un diploma en la mano. Si, terminó su carrera, en seis años, con una materia libre, y muchos dieces.
Con apellido de señora en la libreta, porque así lo quería ella. Susanita y doctora.
Y la pobre Mariel tan distraída, lo tomó cual otra de sus tantas aventuras en simultáneo.
De la mención de Honor, se desayunó, dos años después de haberse graduado.
Mariel jamás compitió por medallas. competía contra ella misma, y lo hacía duramente y todo el tiempo.
Y su jueza interior vivía reprobándola en todo. Criticándola ferozmente, mandánlola a reñidos repechajes.
Así los desafíos la fueron haciendo mas una superviviente que una débil damicela de cuento. Músculos le salieron de tanta pelea consigo misma.
Pero Mariel, estaba mas preocupada por su maternidad, que por la Residencia.
Ese entrenamiento exigente que viene después de recibir el título de médico.
Elena, su gran amiga, iba al hospital y contaba con un entusiasmo parejo. Envidiable, estable y sereno.
Elena salió de la carrera sabiendo como la mayoría cual era el capítulo siguiente.
Mariel no tenía ni idea.
Nuestra amiga viajaba en montañas rusas mentales, casi como esas que en la vida real detestaba.
Siempre lo hizo.
Cuando era aún una niña, pasaba horas desarrollando las escenas de sus juegos.
Armaba, desarmaba, acomodaba y todo el tiempo se le iba en preparativos.
Nunca llegaba a tener mas de 5 minutos de juego, que la llamaban a bañarse y ponerse pijamas.
Jugar no le era nunca tan emocionante como reencontrar el entusiasmo perdido...sólo que siempre era en algo diferente, abriendo caminos que otros circularían...
Me mantuvo entretenida, sin dejarme espacio para que les cuente su historia. como si sospechara que tarde o temprano deberá enfrentarse a hacerlo.
Donde nos habíamos quedado?
Ah...
Después de un impasse de años de noviazgo, se comprometieron al mes de reencontrarse y en dos meses estaban casados.
Todo lo decidió rápido.
Siempre pateando tableros, y armando y desarmando rompecabezas.
Y como no hubo ni templo ni iglesia, se vistió de negro, cierto. Habrá sido ese el punto en el que quedamos?
Porque Mariel marea a quien se encuentra con ella.
Mariel vive aún hoy jugando a las escondidas.
Con apellido de señora en la libreta, porque así lo quería ella. Susanita y doctora.
Y la pobre Mariel tan distraída, lo tomó cual otra de sus tantas aventuras en simultáneo.
De la mención de Honor, se desayunó, dos años después de haberse graduado.
Mariel jamás compitió por medallas. competía contra ella misma, y lo hacía duramente y todo el tiempo.
Y su jueza interior vivía reprobándola en todo. Criticándola ferozmente, mandánlola a reñidos repechajes.
Así los desafíos la fueron haciendo mas una superviviente que una débil damicela de cuento. Músculos le salieron de tanta pelea consigo misma.
Pero Mariel, estaba mas preocupada por su maternidad, que por la Residencia.
Ese entrenamiento exigente que viene después de recibir el título de médico.
Elena, su gran amiga, iba al hospital y contaba con un entusiasmo parejo. Envidiable, estable y sereno.
Elena salió de la carrera sabiendo como la mayoría cual era el capítulo siguiente.
Mariel no tenía ni idea.
Nuestra amiga viajaba en montañas rusas mentales, casi como esas que en la vida real detestaba.
Siempre lo hizo.
Cuando era aún una niña, pasaba horas desarrollando las escenas de sus juegos.
Armaba, desarmaba, acomodaba y todo el tiempo se le iba en preparativos.
Nunca llegaba a tener mas de 5 minutos de juego, que la llamaban a bañarse y ponerse pijamas.
Jugar no le era nunca tan emocionante como reencontrar el entusiasmo perdido...sólo que siempre era en algo diferente, abriendo caminos que otros circularían...