HISTORIAS CON PARECIDOS

jueves, 22 de septiembre de 2016

Laberintos de emociones



Cuando pienso en la dificultad cotidiana de quienes padecemos de TDAH, me pregunto cuál de todas es la mas compleja.
Algunas veces creo que es el mal manejo del tiempo, otras el desorden en los espacios, o tal vez ganen las dificultades para relacionarse o mas bien comunicarse con otros.
Pero realmente siento que cualquier tarea que nos implique mas de par de horas de trabajo, caerá en el mismo desenlace.

A veces solo estamos presentes y focalizados por escasos minutos.
Entonces me digo lo peor es no estar presentes.
El creciente escepticismo frente a la existencia del TDAH como problema me lleva a pensar que sería necesario dejar a los que descreen, que se metieran en nuestros zapatos un par de dias, y lograr entender el inconveniente de perder el rumbo, de que nuestros objetivos, si los encontramos, se desfocalicen sin intención alguna.

Pensaba que una persona sin TDAH puede manejar la motivación a largo plazo, cuando recuerda adonde se dirige, o tiene claro el para qué trabaja, o para qué cumplir ciertos procesos con registro.
Si tenemos TDAH perder el foco es no lograr retenerlo en nuestra mente, es no lograr recordar mientras caminamos adonde es que nos dirigíamos.
¿Suena exagerado?
¿Pero por que creen Uds. que nos desviamos, nos quedamos detenidos, o nos damos por vencidos regresando a la salida con las manos vacías?

Es la maldita memoria de trabajo que no logra ponerse de pie para acompañarnos todo el trayecto sosteniendo nuestras acciones atravesando obstaculos con un
objetivo claro.

Y mis preguntas se reproducen, cuando surge la imagen del barco sin rumbo.


¿Cómo es que una persona por jugar o divertirse elegiría  entrar en uno de esos laberintos de arbustos de los clásicos jardines ingleses?
A sabiendas que hay una salida puede que sea divertido buscarla. Para quien tema, ni siquiera se aventurará a espiar mas allá de la entrada.