Había una vez un desorden que acompañaba mi vida cotidianamente.
Los pies
de mi cama, cuyo bonito respaldo de madera provenzal vivía asfixiado bajo la enorme pila de ropa, eran testigos de
mi manera de apilar todo lo que me sacaba y ponía.
Y obvio a
semejante escenario lo sazonaban los reclamos incesantes de mi madre.
Las caras
de mi hermana, quien compartía el cuarto, cargaban con el
resto del condimento.
Y Norma
iba a altas velocidades.
Las sábanas también testimoniaban mi movimiento.
bendición fue el invento de las
ajustables con elástico...
Moverse
tanto, cambiar de ropa varias veces al día, hacer muchas actividades,
generaban las innumerables variables de cosas alrededor mío.
Y todo
sumado a una velocidad que pretendía acercarse a la del
sonido....
No poder
esperar, no tolerar estarme detenida me llevo por muchos años sin saberlo a movimientos y acciones que en definitiva
fueron altamente improductivas.
Cambiar
al crecer, hizo que mi hiperactividad se mudase a otras conductas. Hacer,
moverme, fueron cambiando de escenografías.
Hoy me di
cuenta la enorme diferencia que existe.
Ahora
después de bastante tiempo de convivir con la optimización del tiempo y los espacios, me doy cuenta que he
desarrollado aversión al desorden.
No suena
cuasi increible?
Y se
manifiesta en una enorme ansiedad y a veces angustia, cuando veo malgastado mi
tiempo, mi dinero o mis espacios.
Una
persona que reacciona en lugar de accionar seguramente gastará mal los recursos que posea.
Una ida
al supermercado por ejemplo ahora sin orden, me genera enorme sensación de angustia. Si llego sin lista, decido volverme.
Y por
ello es que hoy deseo compartirlo con Uds.
Porque me
gusta compartir logros, y compartir la idea de que es posible cambiar un patrón de viejas y malas costumbres.
Si tienes
TDAH y sueles salir sin saber que vas a hacer, no lleves dinero, porque seguro
encontrarás algo que creas
imprescindible llevarte a casa.

Te parece
pensarlo? Te invito a probar lo que a mi me dio un increíble resultado. Y te lo dice la madre de cinco hijos, que por otro lado trabaja a diario.
Si tu
compra radica en tener todo lo que puede gustarles, será probable que haya miles de cosas inútiles en tu alacena, que paradojalmente no sirvan cuando
sea momento de armar la comida.
Eso para mi es un saldo frustrante y una imagen
que nos deja muy mal parados con los que nos ven accionar a diario.
Me sirvió de inspiración el ya evitar el
supermercado.
Las únicas góndolas que visualizo están en Italia...
Casi ya no los piso. Solamente voy por packs de leches o productos de almacén que compro mensualmente, cuando vale la pena su precio.