Tener Déficit de Atención e Hiperactividad, implica algo mucho mas serio que no encontrar las llaves o salir dos horas mas tarde, por haberlas buscado sin éxito.
Es mucho mas que tomar decisiones impulsivamente, en medio de una ola de entusiasmo repentino, aunque sea sin intencionalidad, será difícil que los demás así lo entiendan.

Nuestro impulso puede llevarnos a darle nuestro teléfono a quien no debiera tenerlo, o a decir algo que nos meta en un conflicto, o tal vez involucre a terceros, que para nada deberían de estar involucrados.
Podría sentarme a escribir 357 páginas de ejemplos que a diario nos hacen la vida mas ingrata.
Pues para mí vivir con TDAH es como tener una cucharita de café para cargar diariamente nuestro container... mientras los demás lo hacen con baldes de 20 lts.
Aparte de ser un problema que afecta también a los adultos, en Déficit Atencional puede ejercer un cruel protagonismo en nuestras vidas.
La pregunta que comparto con Uds. hoy es frente a las cientos de historias que escucho:
¿Cual será el ingrediente principal para que la receta del tratamiento en adultos nos haga saborear más seguido del éxito?

Cada semana, me dispongo a trabajar con la misma pasión que lo hiciera al dedicarme exclusivamente a esto 20 años atrás.
Cada semana sin embargo, veo cómo de los muchos que inician la carrera del tratamiento convencidos de haber hallado la respuesta al dolor crónico en sus vidas, muchos menos son los que la siguen corriendo después de un tiempo.
Antes me preguntaba si era porque debía de ser enfocado diferente, tal vez tener diferentes opciones farmacológicas, mayor acceso a psicoterapia, mejores prepagas, mas servicios disponibles, mejores recursos.
Me dije "Es el mismo trastorno", que como un volcán en actividad no les deja sostener ni siquiera el proyecto de su propio tratamiento.
Me pregunté si debíamos modificar la forma de ayudar a nuestros pacientes, y lo hice, y así observé que aún con muy buenos resultados, muchos de ellos abandonaban el recorrido.
Pensé que sería tema de costos, pero muchos fueron y son los "becados" o los que reciben ayuda de otros en este proceso.
Hace muy poco, sin que sea resultado de ninguna estadística, sino de la mas absoluta vivencia personal, surgió frente a mi la hipótesis que podría explicarlo.
El TDAH no es una enfermedad.
Quienes convivimos con este problema, nunca antes hemos sido diferentes, o presentamos el típico desarrollo neurológico.
Quienes crecimos y vivimos afectados con el TDAH convivimos en familias que suelen tener mas de un representante con este desorden, o sea que así nuestro entorno sumó otra ficha a la falla genética aportando una influencia disfuncional.
Siento que cuando el tratamiento se enfoca como si fuera el TDAH uno de muchos desórdenes mentales dentro del DSM 5, (manual que reúne y enumera los problemas de salud mental), nos quedamos esperando que el milagro de un "funcionamiento normal" aparezca.
Y eso es algo que no sucederá nunca.
Vivir con TDAH es para mí como viajar en un avión que por momentos tiene un motor de sobra, y en otros se queda planeando sin ninguno de ellos encendido.
Es como perder la visibilidad por completo, teniendo enfrente un parabrisas que parece no responder a ser limpiado...
Sin ningún aviso, sin saber cómo, volvemos a tomar el control del mando, a veces luego de un "aterrizaje forzoso", otras en medio de los imaginarios restos del fuselaje hecho trizas que nos advierte que volvimos a estrellarnos.
Y aparece en mi mente la imagen de la vida como un viaje.

Vivir con TDAH no admite recetas o tips estandarizados, y es muchas veces como viajar sin rumbo, o no poder leer un mapa.
Cuando quien guía un tratamiento les dice, que tengan una agenda, pretendiendo de esa manera ayudarlos a organizarse, o que hagan listas, ignora de que se trata vivir con este problema a diario.
Les sugieren que se pongan alarmas para despertarse, o que busquen criterios para separar las diferentes tareas.
Es cierto, las alarmas son imprescindibles, pero también es cierto que muchos jamás lograrán escucharlas, otros jamás recordarán ponerlas.
A no ser que
ellos mismos diseñen la manera mas adecuada para poder despertarse.
Quienes desean ayudarnos no saben que hemos comprado 46 agendas, que tenemos todas las aplicaciones para manejar mejor el tiempo, que compramos los mejores teléfonos, sin que nada realmente nos permita transitar por una vida calma.