Tengo una larga historia de viajes.
Desde mis 15 años, que subí por primera vez a un avión no he dejado de viajar.
Soy una afortunada.
Mas frecuencia o menos, en mi cerebro viajar genera un increíble placer.
Tal vez para los que vivimos en las nubes, volar es sentirnos en casa. En realidad para los hiperactivos, movernos, cambiar, la acción misma es sentirnos vivos.
Pero hoy, quisiera compartirles mi progresiva evolución a lo largo de estos años, viajando.
Y Dios quiera pueda este próximo viaje consolidar mis logros.
Menos es mas.
Viajar un mes con una maleta de mano, es mi objetivo.
Viajar teniendo TDAH es todo un problema.
Cómo habitualmente buscamos todo por todas partes, creemos que debemos trasladar prácticamente nuestro cuarto adentro de una maleta.
Harto imposible, pero juro que casi lo he hecho.
Viajar a un congreso, sin siquiera mirar el pronóstico del clima, pero cargar botas de lluvia, paraguas y piloto. Fue un buen ejemplo.
Las caras de mis compañeras de cuarto, al ver que no quedaba ninguna percha libre, me hizo sentir que estaba procediendo algo egoístamente.
Jamás había registrado que una valija enorme para 4 días debía esconder algún secreto.
Eso mismo.
Una enorme maleta, evidencia que vas poniendo absolutamente todo, adentro.
Por las dudas, por algún evento posible, en caso de frío, de calor, por si hay pileta, por si puede que vaya a una gala.
Tacos, zapatillas, ropa deportiva, elegante sport, casual, formal, muy formal, etiqueta, y todos los accesorios correspondientes. Aros, collares, bufandas, sombrero.
Si, leyeron bien. Sombrero. Porque me encantan.