Hoy tengo muchas ganas de contagiarme de la única energía que para mí es generadora de cambios.
Es el amor, el respeto, el trabajo. El retorno a la armonía en una sociedad rota, apurada, exitista, enfrentada, solo por el beneficio de quienes mantienen su poder cuando mantienen esclavizados a un pueblo. Esos seres que viven convencidos que sin esa mísera ayuda no vivirían.
Hoy siento que somos un pueblo en modo supervivencia.
Quiero compartirles la historia de mi familia, porque siento que no solo el TDAH se hereda.
La historia demuestra que aun con un desorden que nos atraviesa, y mucha adversidad a cuestas podemos seguir siendo un bloque consolidado en el único proposito de esta vida: Dejar una huella.
Hacer el bien creando un mundo mas justo, aportando nuestro conocimiento y nuestras ganas de avanzar siempre.
Mi abuelo paterno, fue criado por su madre, soltera, sola y expulsada del seno familiar. En el único sitio donde recibió ayuda, siendo casi una niña de 16 años, fue en un convento. Allí no solo la recibieron sino incentivaron su educacion y su independencia. Ella crio a mi abuelo Genaro, en la mas extrema pobreza material. Pero le transmitió el valor de la educacion y el esfuerzo.
Fue así como él, obtuvo medalla de oro en el colegio, primario y secundario, y con tan solo dieciséis años escribió al cónsul de Bolivia pidiendo una beca para venir a estudiar ingeniería a la Argentina. A esa Argentina pujante que despegaba mostrando un futuro de excelencia.
Y consiguiendo el apoyo para estudiar, que no fue precisamente un subsidio, con enorme sacrificio curso su carrera en la Universidad de Buenos Aires. Se recibió de Ingeniero Civil en 1914.
Cumpliendo su palabra retorno a Bolivia, a devolverle a su pais, lo que le habían dado.. la posibilidad de usar su conocimiento en beneficio del crecimiento y el futuro.
Trabajo duro, volvió por mi abuela y su hija, y durante seis años vivió volando montañas con dinamita, para hacer el tendido de las vías del tren que uniría La Quiaca, Villazón, hasta Oruro.
No solo tuve el orgullo de hacer ese recorrido en el maravilloso tren que aun hoy circula sobre esas vias, sino tengo el honor de haber heredado la perseverancia, el deseo de superación constante y la convicción acerca de que para avanzar, hace falta pasión, educacion, honestidad y esfuerzo.
Mi padre, nació 4 meses después es que mi abuelo muriese en Tupiza. Una semana después que entrara el tren en esa ciudad, con su misión cumplida y con solamente 36 años. Una mula en uno de esos campamentos de montaña pateo su cabeza. Una infección , tal vez en 1924, con una medicina básica, le quito el futuro.
Otra vez en el seno de la pobreza, ya en Buenos Aires, nació Abel Genaro. Una familia que vivía entonces con un solo ingreso. Seis personas, en casa propia. Y todos recibiendo educacion y formación en valores de esos que hoy escasean.
Y les cuento esto, porque mi padre sin saberlo era disperso e hiperactivo.
Y fue también un gran alumno, y aunque mas de una vez me confeso el deseo de abandonar la Universidad, por lo difícil de hacer una carrera como Ingeniería como alumno LIBRE, no lo hizo pensando en el futuro.
Hoy es el presente de ese futuro de mi viejo. El construyo todo lo que surgió en su entorno, con el mismo esfuerzo que su padre llevara adelante a diario.
Yo aprendi a levantarme temprano, a estudiar y a consolidarme como persona de su mano, con su aliento, el pizarrón y mirando siempre adelante.
Hoy vivo a mis 62 años, en un pais que necesita del esfuerzo de cada uno.
Y esta cruzada comunitaria no se logra solo remando el bote de cada uno a la orilla, necesitamos el esfuerzo de todos.
Siento que la historia la podemos cambiar siempre. Solo debemos dejar de sentirnos atrapados por aquello que nos ha tocado.
Dejar de quejarnos, y trabajar. Dejar de fomentar el odio por quien logro algo, y caminar juntos. Estudiar, y generar el progreso que merecemos. Comprometiéndonos todos.
Les conte esta historia porque a pesar de tanto infortunio, que hubieran justificado sostenerse marginalidad y resentimiento, es una historia de grandeza y optimismo.
Una historia y sigue siendo, de superación, de honestidad y de educacion en la excelencia.
Si crees que no se puede, estas equivocado. Solo debemos volver a sentirnos protagonistas. Mi hijo menor tiene 22 años y elige estudiar en vez de dormir hasta las 15, o salir a cortar calles, o recibir un sueldo sin ir a ningún lado.
Alemania, Japón se levantaron después de una guerra, no porque tuvieron subsidios. Fue porque estaban convencidos que el único camino es la educacion, la justicia y el esfuerzo comunitario.
Como decía Mario Benedetti. No te salves, no te llenes de calma.
Que tengan todos un bonito fin de semana.
12/8/2022
Norma Echavarria