Crecer implica tomar mayores responsabilidades.

Comprometernos con alguien, prometer nuestra presencia, nuestro trabajo, nuestro aporte, sea cual sea y luego olvidarnos de que nos fue dicho, o siquiera haber acordado acciones, puede ser realmente un tropezón gigantesco para entrar en escena con otros.
Accionar siempre implica riesgos. Elegir implica la posibilidad de equivocarse.
Equivocarse tiene aroma a fracaso, no a aprendizaje, al menos cuando teniendo TDAH, uno asocia el aprender a un campo de batalla generador de ansiedad extrema.
En el caso de tener que convivir con el déficit atencional, accionar será probablemente un devenir impredecible.
O lo único predecible será que es impredecible.
Relacionarnos con otros, coordinar acciones, compartir tareas e intereses, es siempre el inicio de la vida social fuera de nuestra familia.
Y en ella, mucho antes, compartimos con nuestros mas cercanos vínculos nuestra forma de ser tal como nos es presentada.
Son nuestras acciones, las que permiten que otros nos anticipen, nos conozcan, nos elijan, nos quieran.
Nuestra forma de relacionarnos, a través del lenguaje, verbal y no verbal por cierto, generará nuevos intercambios.
O tal vez en este caso no pueda.
Cuando un niño, se torna adolescente, y luego adulto, y carece de las habilidades sociales para relacionarse adecuadamente pasará probablemente mas tiempo aislado en su mundo sin intercambio ni amigos, ni salidas. De su trabajo a su casa, y en la casa esperando nuevamente el trabajo. Eso si llegan a emplearse...
Algunos, casi ni se darán cuenta, porque por exceso de inhibiciones preferirán estar solos.
Otros puede que insistan y choquen, ignorando que el estilo de invasión inadecuada, de impulsividad disruptiva, de interrupciones y caprichosos berrinches, será lo que los mantenga ajenos a los grupos sociales a los que tanto desean pertenecer.
Acciones claras, simples, permiten predecir nuestro comportamiento.
Acciones que generarán nuestro estilo, harán que según compatibilidades, otros seres puedan elegir por sentirse compatibles.
Cuando las acciones son inciertas, impredecibles, cambiantes, cuando por ausencia de registro aparecen como desinteresados, esos otros generan un rechazo que o se hace explícito o queda velado en la no elección directa.
Y así es como nos quedamos afuera.
Afuera del grupo que coordina, afuera del equipo deportivo, afuera de la salida de un sábado, afuera de la elección para vacaciones...
Aprendizaje cooperativo, solidaridad en el registro del otro, memorias de experiencias conjuntas, simple danza de diálogos compartidos.
Nuestro orden, nuestras pertenencias descuidadas, imágenes desdibujadas, a veces aspecto sucio, poco cuidado en la higiene, poco manejo de códigos sociales, poco registro del otro.