Un
cuento que puede no serlo tanto... TDAH en la vida adulta. Parejas y TDAH.
Norma
Echavarria
Parte I
Se
amaban tan intensamente como discutían.
Pero
no podían desactivar la bomba, ni la del
amor, ni la del conflicto continuo.
Juan
era un tipo tranquilo, sereno, analítico,
tal vez un tanto tímido y pasivo, pero algo así como un oasis para el torbellino de la energía desbordante de María.
Ella,
era algo así como la onda expansiva de una
bomba atómica. Imposible no verla, no
sentirla, que pasase desapercibida.
Era
un huracán de pasiones y proyectos,
irrefrenable tormenta de impulsos que hacía despertarse hasta las momias.
El
amó desde el primer instante esa
energía vital, su contagiosa alegría, su mirada apasionada, era como una fiesta estar a
su lado, era como un festival de fuegos artificiales, quedaba observando su
brillo, y sorprendido a cada instante por lo impredecible de su destello….
El
amaba lo que ella lograba tan sencillamente, el admiraba el potencial y la onda
expansiva.
Ella,
lo tuvo en la mira, ni bien sintió que
ocupó todos los sitios de la platea.
Ella
actuaba y el sonreía y aplaudía dejándola
actuar, con el alivio de quien de golpe encuentra el imán del delivery cuando repara en que no hay nada para
comer…..ella era una perfecta solución a su inacción histórica.
Inacción que había
disfrazado con el personaje de un ser pensante, analítico y reflexivo….
Apasionados,
admirando la esencia del otro fueron como un terremoto tipo 6 escala de
Richter.
No
escucharon las voces del resto. No miraron alrededor, solo se dejaron llevar
por el entonces increíble
y perfecto encastre.
Estaban
hechos el uno para el otro. Parecía
que se conocían de toda la vida.
Parecían tener
historias comunes.
Almas
gemelas.
El
reflexivo, calculador, preparando las escenografías como midiendo el grado de ubicación para que ella entrara tempestuosa y estrepitosamente en escena.
El
ponía la alfombra, y ella caminaba
feliz mirando a su príncipe
sereno y contenedor, dubitativo, pero calmo. Demasiado calmo.
Se
juraron amor eterno, se amaron intensamente, vivieron quemando las etapas pero
no atravesándolas juntos. Porque la
diferencia de velocidades se hizo pronto tangible.
Parecían siameses, parecían hechos el uno para el otro.
Pero
Juan que seguía los pasos de María, sin darse cuenta, muy sutilmente, habia otorgado
a Maria el rol de niña guía.
Y
ella marcaba el ritmo, marcaba lo adecuado, era como la dueña de toda la sabiduría, juntando el estrés de
toda la responsabilidad sobre su espalda.
Ella
con sus caras delimitaba el terreno.
El
sometido a la posibilidad del conflicto, acataba el mensaje.
Pero
no lo hacía ni de acuerdo, ni
gratuitamente.
Simplemente,
le dejaba creer que era una dirección
correcta, pues nunca decía
nada. Ni una palabra. Nunca sentía
certeza, nunca se animaba a tomar decisiones.
Tenía muchas inseguridades, teñidas de visión
analítica, era un experto en dar miles
de vueltas pero nunca tomar una alternativa que pasase a la acción.
Y
nuevamente María volvía a la carga, pero allí lo
hacía de una manera diferente.
Ya
no lo miraba sonriente, sino dejaba entrever una sonrisa cargada de críticas e ironía.
Ella,
marcaba con sus caras de bronca, el camino que consideraba incorrecto, así progresivamente se perdió la sonrisa, y cambio el entorno.
Desde
afuera, parecía como si Juan decidiese. Nadie
se enteraba jamás de lo mucho de su angustia, y
su soledad creciente.
María sentía
algo muy parecido, incomprensión,
resignación y sobrecarga.
La
voz de María retumbaba por los corredores,
de sus vidas….
·
Vos nunca haces nada bien!
·
Pero por que no tenés alguna iniciativa?
·
Cuando vas a sugerir algo?
·
No te das cuenta de cómo hacerlo?
·
Pero es tan obvio que cualquiera
se daría cuenta….
Y
una y otra vez directa o indirectamente dejaba mensajes a Juan de lo inadecuado
que era él ahora, o es que acaso no lo había sido siempre?
También de eso se había olvidado?
continuara...
continuara...