Y una ansiedad que aparece desbordante, como si la presión abriese las compuertas completas de un dique, inundando todo nuestro cuerpo sin pedir permiso, cuando el sistema colapsa.

Siempre sentí que para el manejo del tiempo había sido favorecida por las rutinarias estrategias de mi padre.
Salir con tiempo, prepararme siempre con mucha anticipación, para un examen, o para un evento cualquiera. Llego adonde voy siempre con tiempo suficiente para tomarme una siesta, o un completo almuerzo..
Funcionar con poco estrés fue siempre el secreto.
Y eso me hizo manejarme con calma. Pero solo con respecto a la variable tiempo.
Hoy claramente cada vez que me aparto de una ruta o camino conocido, el estrés generado por mi horrible manejo de los mapas, de mi entorno espacial me recuerda que vivir con TDAH abarca mucho mas que leer y recordar lo leído, estudiar y graduarse con honores... y que si puedo manejar bien el tiempo, eso no implica que pueda manejarme tan bien en el espacio. Porque me sigo perdiendo.

Y no puedo evitar sentirme tonta. Y entiendo cuantas veces muchos de los que tenemos este problema sufrimos crisis de pánico.
Y sin embargo sucede.
Y hoy volvió a pasarme, perderme digo.
Después de tanto tiempo sigo sufriendo cuando mi mente se desorienta, tal como si jugase a la gallina ciega, pero sin vendarme los ojos, ni darme vueltas girando.
Y la frustración sobreviene.
Porque nada de eso puedo practicarlo. Porque es algo dinámico que permanentemente cambia.
Entiendo entonces el porque me gusta vivir en sitios sin tránsito, caminar por barrios que conozco, elegir irme de vacaciones a ciudades o pueblos pequeños, elegir remar siempre en sitios conocidos, llevar instrucciones precisas escritas, GPS, mapas, o alguien sentado en el asiento del acompañante que no tenga TDAH.
Y mi cerebelo tampoco coordina demasiado bien las distancias con las cosas, los moretones sin memoria de choque también me lo recuerdan..
Aceptación Norma, me dije hoy cuando volví a casa.
Y recordar antes de salir que no soy tonta, sino que sufro de desatención.
Norma Echavarría.