El sueño de ser adultos, ¿era en serio?
Cuando somos pequeños, soñamos con ser grandes.
Las nenas queremos pintarnos las uñas, maquillarnos, usar los tacos de nuestra madre. Cuando somos pequeños, soñamos con ser grandes.
A los pequeños, las madres los levantamos por las mañanas y si tienen suerte les esperará una sonrisa cuando abran los ojos.
A veces habrán cosquillas, un tazón de leche chocolatada, galletitas o alfajores de ese mismísimo sabor que mas les encanta.
A veces habrán cosquillas, un tazón de leche chocolatada, galletitas o alfajores de ese mismísimo sabor que mas les encanta.
De pequeños podíamos llorar si nuestra madre llegaba tarde a buscarnos, si se olvidaba de ponernos la merienda, si perdíamos nuestro peluche, o si nuestra amiga se hacía de otra nueva amiga, pues éramos seres dependientes.
Dependientes para el cuidado y dependientes emocionalmente.
Dependientes para el cuidado y dependientes emocionalmente.
Soñábamos con ser libres, con poder decidir finalmente a que hora del día levantarnos, que elegir hacer primero, que comer o que no comer. Deseábamos usar la ropa, el corte de pelo, que se nos antojara.
Todos esperamos eso...Creo.
Pero cuando llegamos a adultos y logramos acceder a tener un lugar donde vivir, un trabajo, un auto, o viajamos solos en tren y en micro, o tenemos una cartera con llaves nuestras adentro, o tenemos parejas, para finalmente darnos besos como lo hacían los adultos en las películas, o mucho mas que eso, no todo es tan sencillo.
Cuando tenemos licencia para conducir, o dinero para decidir adonde viajamos y a que hora regresar, no siempre tenemos ganas de hacerlo, o debemos priorizar pagando al plomero, porque el caño del baño pierde.
Y llenar el tanque de combustible es un garrón, y mantener limpio el auto un dolor de cabeza. Y debemos comprar los productos perecederos seguidos, a no ser que aceptes tomar leche en polvo y huevos deshidratados.
Todos los días hay que tender la cama, y barremos, y limpiamos, y barremos y volvemos a empezar.
Y lavamos y cocinamos; y lavamos y volvemos a ensuciar y nadie está para hacerse cargo de nuestro plato sucio.
Y llenar el tanque de combustible es un garrón, y mantener limpio el auto un dolor de cabeza. Y debemos comprar los productos perecederos seguidos, a no ser que aceptes tomar leche en polvo y huevos deshidratados.
Todos los días hay que tender la cama, y barremos, y limpiamos, y barremos y volvemos a empezar.
Y lavamos y cocinamos; y lavamos y volvemos a ensuciar y nadie está para hacerse cargo de nuestro plato sucio.
Cuando finalmente podemos usar los tacos todo el día, y máscara de pestañas, estamos muchas veces ansiando sacarnos los zapatos, y seguir a cara lavada.
Cuando finalmente podemos elegir teñirnos un mechón verde esmeralda, o ponernos un piercing en el ombligo, nos preguntamos si eso era lo que tanto deseamos.
Porque ser adultos implica acceder a muchos derechos, pero nadie nos dijo que venía de la mano de un millón de responsabilidades, y que llevar adelante una vida implica lograr funcionar para cumplirlas a diario.
Responsabilidades que son trascendentes.
Como para las mujeres lo es anotar la fecha de nuestro último período para en todo caso evitar un embarazo que no estábamos buscando, tomar la pastilla todos los días... o acordarse de usar un profiláctico, acordarse de comprarlo, y no solo evitar un embarazo sino enfermedades que creemos le pasan solo a otros.