No es realmente claro cuando pasamos en una pareja, de la primera etapa del enamoramiento a la que sigue.
Si el tiempo es adecuado, las etapas se suceden en transiciones que son metamorfosis tolerables.
Una relación inicialmente intensa, suele basarse en un componente de atracción, parecidos, elementos comunes, o complementarios, y mucho deseo de compartir cada segundo del día. Todo lo nuevo es atractivo.
Entusiasmo, energía aplicada al otro, no permiten retomar el ritmo previo, ni cotidiano.
Tampoco permiten ver aquellas cosas negativas o lo que luego serán los defectos que habrá que aceptar para seguir creciendo.
Pero es allí donde surge parte del pronóstico de mal tiempo.
Cuando el brillo se va opacando, la novedad cede, y ese otro puede ser visto mas claramente, no suele ser fácil compartir la dinámica en la pareja. Pero este proceso, es realizado paulatinamente en todas las relaciones, no estamos pensando que solamente sucederá en sujetos con Déficit Atencional.
Saber prestar atención a los indicadores, señales que permiten esbozar aquellas conductas disfuncionales, también requiere de un tiempo de conocimiento que permita hacerlo.
La falta de proyección al futuro, hace que aparezcan obstáculos recién visibles a ellos cuando muchas veces ya el hecho está consumado.
Y entonces lo que debiera ser paulatino se torna en la corrida de Cenicienta a las doce de la noche. Y el la carroza que transportase el romance se torna zapallo.
Lo que sucede es que la dificultad que el TDAH impone en lo cotidiano impacta e invade la vida de quien convive con ellos.
Muchos sujetos con TDAH se involucran con ese otro que sigue siendo un desconocido, atravesando etapas apresuradamente.
Muchos son los problemas que transforman esos añorados días románticos en escenarios de peleas y tóxicas miradas de reproche mutuo.
Uno se siente arrastrado involuntariamente, el otro siente la angustia del reclamo.
Al pasar el enamoramiento que disimula y genera aceptación a cualquier conducta, aparecerán los problemas.