Tejiendo la trama de la vida.

Subir y bajar puede ser divertido, cuando pienso en el sube y baja de la plaza en mis épocas de niña.
Subir y bajar arrastrado por el torbellino emocional no suele ser tan divertido.
Subirse a un proyecto y bajarse sin que siquiera nos demos cuenta, menos.

Bueno, antes sentía el vértigo de las subidas, del entusiasmo, de la adrenalina de los proyectos, ideas nuevas, viajes, oportunidades para volarme junto con ellos. .
Hoy siento que cada vez que sopla viento Norte, del que me hace liviana y me hace subir quiero agarrarme al muelle o a una ventana. Pero a veces me toma desprevenida y me olvido...

Es que todo lo que sube tiene que bajar....
Y no me gustan las caídas estrepitosas. Por eso rechazo ahora tanto el vértigo.
Hacen ruido en mi panza.
Entusiasmarse en exceso, suele ser producto de dejarse llevar sin medida. La palabra exceso lo dice, es mas de lo que debería...no?

Grandes expectativas, sueños y situaciones maravillosas, no siempre deben ser evitadas.
 Muchas veces el entusiasmo es consecuencia de tener entre manos realmente algo maravilloso.

El gran problema es cuando lo que tenemos es un deseo, un sueño, algo inasible, o nos compramos el buzón con la vereda incluida, el castillo con la vajilla y el personal doméstico, cuando construimos un mundo de idealización y olvidamos cotejar con la realidad la posibilidad de que realmente exista.
Cuando nos subimos como globos de gas sin registro...

Inocencia? Idealismo? Credulidad? Fantasía? Confianza excesiva?

Tal vez otra cruel característica de los adedianos.
Vivimos colgados de una palmera también a la hora de subirnos a la vida, y lo hacemos como si fuera un sueño.



A veces las cosas salen y son como parecen. Otras no existen.

A veces, el no chequear la posibilidad real de que sean posibles, hace que a corto plazo el despegue de nuestro vuelo termine en aterrizaje forzoso, o en un estrellarse contra alguna montaña cercana...
Y llegan las desilusiones. Los golpes, y las renuncias.
Por eso es que yo aprendí a hacer planes.
 Y a sostenerlos en el tiempo. Pero de vez en cuando caigo, creo que porque crónicamente deseaba los premios. Y soñaba con los abrazos y las sonrisas. Eran demasiadas las críticas. Demasiadas.

Por eso es que quiero soñar con algo posible y vuelvo ahora a soñarlo.

Y construirlo de a poco desde mi mente me genera la energía suficiente para mantener un lindo entusiasmo sin salirme disparada como cohete. Y debo repetirmelo 100 veces, porque suelo ilusionarme demasiado rápido.
Mi sueño?
Quiero tener en mi mano la escritura de un lindo terreno en el Delta. Junto al río. O junto a alguna laguna.
Sueño con eso.
La calma, la brisa, la corriente del agua color arcilla, los pájaros, los camalotes, las cañas, el ruido de las palas al meterse en el agua...como lo extraño.

Y allí plantaré una casita isleña, que construiré con ventanales que se inunden de verde, (eso si Wi Fi y I Pad, I phone, I mac, y I books )
Allí tendré una hermosa huerta, de la que alimentaré mi vida, junto a la música y mis libros, y tal vez entonces pueda hacer el vitreaux que tanto ansío.
Y mi bote de remo en el muelle. Junto a muchas hortensias y azaleas que estallen en Septiembre.
Aunque parezca incoherente, el contraste tecnológico con las cañas...Es así mi estilo.
Y esperaré en el muelle, la llegada de mis hijos, luego mis nietos, y mis amigos. seguramente junto a un par de amigos caninos...

Pero no quiero entusiasmarme para que no se derrita.
Iré juntando el dinero. Iré armando y modificando el trabajo. Es hora de dar comienzo.
Iré sembrando en mi mente cada flor que deseo.
Eso es lo que quiero ser cuando sea grande.
Voy a sentarme en el muelle, a escribir y a seguir con este espacio que a esa altura quien sabe en que se habrá transformado...
Y como todo proyecto, se irá tejiendo de a poco, como aquella colcha que hice juntando cuadradillos tejidos siendo solo una niña, donde cambié los pañales de mi primogénita, y con la que hoy se cubre cuando necesita calorcito en invierno...
Simpleza y sentimientos.


Norma Echavarria
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febrero 2012