
Críticas duras, palabras hirientes, comentarios impropios.
Míos o de otros.
Poco importa.
A veces las palabras siguen resonando en la mente, como se mantiene de alguna manera envasado el ruido del mar adentro del caracol que habita en el fondo o es traído a la costa por la marea.
Poco importa en mi caso porque también suelo olvidarme el contenido de la discusión.

Y cuando queda veo que lo que recuerdan siempre queda fuera del contexto en el que fue dicho.
Y es recordado como lo escucharon, que no es lo mismo que como lo dije.
Por eso muchas veces me adjudicaron frases que no eran de mi autoría, pero ese otro, mi interlocutor, reconstruía un diálogo imposible de ser discutido, considerando que todo dialogo es imposible de ser reproducido.
En ello, muchos corrieron con ventajas.
Muchos sostuvieron palabras que no eran mías.
Ante la duda callé muchas veces.
No puedo vivir entonces en el resentimiento, o el rencor.
Porque olvidar las palabras portadoras del daño, hace imposible sostener semejante emoción.
Y es bueno, y malo el olvido.
A veces debería poder al menos reproducir algún fragmento, para lograr comprender mi reacción en el instante.
Porque esa si la recuerdo luego.
Como el cráter después del impacto de un meteorito que estrella en la superficie de la tierra.
Quisiera recordar mas de lo que recuerdo, porque no quiero ser rehén de los extremos.
Todo o nada.

Solo me convencí que lo que quiero si recordar es mi estado de bienestar y danzar en mi tiempo de calma.
Pero estoy mejor.
Mucho trabajo me ha dado.
No necesito recordar palabras, tan solo el registro de mis emociones.
Desconectar de las palabras del otro, eso me lo quedo, es un don maravilloso.
No quiero desconectar el proceso por el cual puedo encontrar las mías.
¿Que voy a decirme cuando me sienta agredida?
¿Cómo volveré a caminar aceptando al otro como es mientras sepa siempre como deseo ser yo en mi propia vida?
Y allí reside el secreto.
No siempre es tan malo entonces no recordar que nos dijeron.
Son solo palabras, y podemos hacer muchas cosas con ellas.
Tal vez estos sean los únicos olvidos con los que no luchemos.
Norma Echavarría
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12/ 6 / 12
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