ADULTOS SIN MANUAL DE INSTRUCCIONES

Si sos un adulto con dificultades en tu organizacion, pero no por exceso de tareas sino por que sos capaz de hacer complejo lo mas sencillo, tal vez puedas encontrar algunas cosas utiles aqui.
Si sientes que un motor esta encendido sin poder silenciarlo, o que tu motivación se escurre y te aburres demasiado pronto... Si haces mil cosas pero pocas terminas...

Si las listas de tareas incompletas te superan, si quisieras tener un mes más en el año porque jamás llegas a tiempo, tal vez aqui te encuentres.
Si olvidas tus llaves, tus telefonos, tus compromisos, lo que te han dicho o ibas a decir....la cara del mozo, el nombre de la mujer de tu socio....estas en el horno si sos un adulto. Pero puede que tengas TDAH.
Si te sientes irresponsable, avergonzado, humillado y por sobre todo desconcertado porque por momentos tu funcionamiento parece exactamente igual que el del resto....
Tal vez aqui encuentres una pista. Si recuerdas el link...
Aquí estoy para a ayudarte a que lo recuerdes. Te espero en este espacio, para que entres, leas, comentes, compartas con otros y siempre regreses por mas!
Nos vemos
Norma Echavarria
Médica Psiquiatra

domingo, 13 de octubre de 2013

Escaleras abajo y Descalza

Ese sí había sido un día realmente difícil.
Caminando de regreso a su casa, envuelta en un atuendo que marcaba elegantemente su cuerpo, el reflejo en la vidriera la detuvo de repente.

 Mirándose como viendo una extraña se quedó perpleja. Su rostro carecía de sonrisa.

 Un vestido de seda, unos stilettos al tono, un chal de terciopelo, una cartera que costaba dos veces el sueldo de su niñera, le gritaban un mensaje incomprensible.
Sólo conservaba un dejo de osadía en los colores.

 La vida le había jugado una trampa, o ella era acaso la única responsable de la distancia.
Distancia de lo que era y lo que había deseado.

Como transportada a un sueño, logró verse en el mismo reflejo solo que con aquel estilo tan propio.
Esa joven recién graduada con la puerta de su jaula dorada mágicamente abierta por un tiempo.
Colores desafiantes, texturas incompatibles con la moda, sus pies casi descalzos, su cabello al viento, sus pinturas en el bolso junto a su almuerzo.
Nada le importaba entonces. No existían horarios, ni protocolos.
Su almuerzo era quesos, una baguette y un vino.
Un bastidor, un atril y un lienzo en blanco.
Todo lo que necesitaba para plasmarse libre.
Y por lo general ocupaban el horario de la tarde. Porque jamás lograba acostarse antes de que amaneciese.
Así era cuando confiaba en su afán por ser artista. Así fue el único premio de libertad que recibiera de sus padres. Un año dedicada a un París inolvidable.
Una romántica de la vida que pretendía vivir entre lienzos y óleos, entre marchants y exóticos personajes.
Quería pintar mas que nada en el mundo. El mundo era para ella un lienzo en blanco.
Un mundo donde sus dificultades desaparecían como por arte de magia, adonde no solo no sufría en silencio sino expresaba toda esa increíble capacidad creativa.



 Como su viese de golpe la película de su vida, vio en ese reflejo también la mirada crítica de su padre. Artista, eso era para locos, delirantes, y poca cosa. "Para mediocres ya tenemos bastantes" decía el en medio de su habitual discurso sarcástico de la cena.
Arruinar toda la educación que  había pagado tan solo para terminar sus días como una profesora de arte, en el mejor de los casos?
Leyes.

Harvard o Yale, menos que eso imposible. El prestigio era la única meta, la felicidad era un mero romanticismo.

Leyes era en sí una carrera que le daría prestigio, y dinero para vivir decentemente.
Además de esperarla una firma que ya llevaba 70 años en la familia.
Y podría ingresar al club de campo como una dama, obvio hasta que consiguiese un marido lo suficientemente sólido para que se asociase con ellos.

Si aprendía a vestirse, por supuesto, eso era algo que no iba a ser negociable. Debería dejar esas franciscanas baratas...

Ella era una estudiante de excelencia, impecablemente adiestrada para la complacencia.

 La imagen del reflejo era solo un amor de verano, una temporada en París adonde casi se convenció que podría ser libre.
Siguió soñando despierta, mirando como sus tacos, hacían su caminar por la vida demasiado incómodo pero lo había incorporado desde la anestesia.
Atravesando el parque decidió volver a recorrer el segundo piso del Museo.
Respirando aquel silencio austero, se dio cuenta como prostituirse le había sucedido casi sin darse cuenta.
Elegir, algo que nunca había hecho.
Siempre dejó que otros le eligieran, lo que era "mejor" para ella.
La necesidad de sentirse querida, y el miedo al conflicto en cada una de sus etapas le habían vendido una historia de engaños.
Sus eternas inseguridades, su miedo al fracaso, su sentirse inadecuada.

Un fraude, eso es lo que finalmente era.
Pero no sabía si estaría a tiempo a rescatarse.

Lágrimas por sus mejillas sellaron semejante recuerdo.
Tenía excelente memoria para los malos momentos,para el resto siempre se sintió en falta, a duras penas recordaba los nombres de las personas que le presentaban, solo que nadie jamás supo de su calvario interno.

No podía esperar para irse.
Bajar las escaleras sin zapatos era algo que ya una vez había hecho, solo que en esta oportunidad el frío del mármol la despertaría por dentro.
 Ni volteo para ver las miradas de horror que la seguían de cerca.
Había roto todos los protocolos juntos.

Y así quedó en aquella vidriera grabada la historia de una joven mujer que se animó a empezar de nuevo, eligiendo ser ella misma.
Otra asignatura pendiente.
Animarse a pintar de una vez por todas con todos los colores que quisiera.
Pintaría una sonrisa primero, esa que esbozaban sus labios mientras corría escaleras abajo con sus pequeños pies desnudos.



Norma Echavarria
copyright
13 de Octubre 2013


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