Escuchar
el dolor y el sufrimiento de seres que presentan un problema que naciera con
ellos e ignoran, es un tema cotidiano en mi trabajo,
escuchar el dolor, la queja y la frustración de los que les aman, es
parte del repertorio que suena cuando los recibo a diario.
Difícilmente sea factible contarle a alguien acerca del Déficit Atencional y plantearles la posibilidad diagnóstica cuando con conciencia plena sienten que el problema
no lo tienen ellos.
Y la
verdad ellos no reconocen que algo de su accionar sea muchas veces un problema
identificable, que quien convive con ellos pueda describir como con lujo de detalles.
Y no es
cuestión de discutirlo porque ellos
son sobrevivientes activos o pasivos de discusiones cotidianas, desencuentros,
caras, miradas, desplantes, ausencias, etc.
Porque a
las conductas " motivadoras" de crisis, ellos las reconocen como
parte de quienes fueron siempre y siguen siendo.
Ser espontáneos, ocurrentes, arriesgados,
generosos, pródigos a veces, sociables,
activos, o relajados, olvidadizos, callados, inseguros o arrolladores, tímidos o seductores es una radiografía con su nombre.
Para
quien no se da cuenta aún del impacto en el entorno,
menos percibe el sufrimiento que su sí mismo experimenta, o bien lo
acepta mansamente como la cruz que ha de cargar obediente.
Todos,
todos sufren.
No es mi
trabajo otorgar un diagnóstico, como se entregaría un Oscar "al desastre", "la irresponsabilidad o la
desidia". ni como la nominación de Gran Hermano para ser desalojados de la casa, del
trabajo, del colegio, del grupo.... de donde sea que no los quieran.
Menos aún cuando realmente son los pacientes los que se sienten mas víctimas y blanco de quejas, gritos, imposiciones, demandas,
críticas, o muchas veces un duo de ironía y sarcasmo, son
balas que vuelan en fuegos cruzados, y los atraviesan sin que ellos puedan
siquiera recordar que hicieron para merecer semejante represalia.
No es mi
trabajo tampoco el desentenderme del sufrimiento que experimenta en forma
permanente aquel que intenta comprender
y debe convivir con un ser que tiene TDAH y no ha sido, o no desea ser tratado. Que
siente que es arrastrado, por las consecuencias que generan acciones no
compartidas, o que debe empujar o tirar de un carro cargando a cuestas la vida
y peripecias de ese otro que una vez allá y hace tiempo, amara.
Pagando
sus deudas, ordenando papeles, excusándolo socialmente, resolviendo
entuertos, corriendo a apagar incendios, aceptando vivir con alguien
permanentemente ocupado en necesidades ajenas.
Pues no
es mi trabajo tomar partido, y declarar culpable a uno de ellos. Como tampoco lo es el darle un Oscar por soportar al otro.
Porque mi
trabajo permanentemente me sienta frente a dos seres que se sienten víctimas.
Erróneamente percibidos víctimas de ese otro, ambos
viven manipulados por un fantasma.
Ambos
tienen razón, salvo cuando la violencia la agresión, o la humillación se hacen presentes. Allí es donde considero que el circuito generado debe interrumpirse.
Venga del lado que venga.
Intervenir
es responsable cuando en ese escenario crecen sus hijos, intervenir es
necesario cuando ambos peleando se olvidaron quien es realmente ese otro.
Puede un adulto que vivió sintiendo, que su observación del mundo la que le acompañó en el proceso de su vida,
aceptar o entender que hay algo en su manera, o en sus conductas que son
disparadoras de enojo, ira o rechazo de su entorno mas amado? Puede sentirse portador de discordia, o se defiende al sentirse criticado?
Como
puede un niño o un adolescente sobrellevar
el sentirse diferente al resto, y no perder la autoestima y la dignidad
mientras recibe mas castigos que recompensas? Mas miradas de rechazo que de cariño?
Me lleva
a plantear el tema de la crónica exposición al destrato. Ambos viven en medio de la percepción del daño.
El saber
que es el cansancio, la sensación de plena incomprensión, la soledad o el
hartazgo de esos otros que nos acompañan, padres, hermanos, parejas, etc. el que los lleva a convertirse en seres que
cargan con la responsabilidad de hacerse cargo de las inconvenientes pero
involuntarias conductas, no alcanza.
Cuando se
es niño, y un niño pierde su dinero, olvida sus llaves, no hace una tarea,
jugando atropelladamente rompe un jarrón o desatento choca el portón del auto, o mancha el vestido, y eso le sucede en forma
repetida como si fuera sordo y ciego a la experiencia, probablemente tarde o temprano (como me
sucediera entonces) recibirá gritos, penitencias, burlas,
desprecio, o la degradación del escalafón de la confianza.
Primero
en el hogar, después en el colegio, luego adentro
de su alma.
Puede
tener suficiente fortaleza interior para seguir adelante y soportarlo con
estoicismo, como fue mi caso, o puede que se rebele y se involucre en una
discusión que escala y fomenta la ira del otro.
Puede que lo callen de un sopapo, puede que
vuelvan a encerrarlo, puede que lo dejen librado a su suerte, como quien
vencido desiste de su compromiso, y quede caminando por la vida como sin rumbo.
No
importa si vos estas de un lado o del otro.
Si tienes
TDAH o amas a alguien que lo presenta, ambos tienen responsabilidad para el
cambio, sin por ello tener que declarar empate de culpabilidad tampoco.
No creo
que haya ninguno con la posibilidad de tirar la primera piedra.
Pero si
estoy convencida de la posibilidad de extender el brazo y darle a ese otro,
nuestra mano.
Se que
estas a tiempo.
Que estas
esperando?
Norma Echavarria
Medica
psiquiatra
Lo has clavado.Pero yo me pregunto, "Soy un TDAH diagnosticado y tratado desde hace 6 meses y con 44 años de edad", ¿porque han tardado tanto en darse cuenta?, Seguro que si hubiera más inteligencia/comprension y no tantos y tantos perjuicios estupidos , no habria sufrido ni habria hecho sufrir este infierno a mucha gente querida y a este mundo le hubiera dado muchos frutos con mi desarrollo personal y laboral.
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