Cada día escuchamos cifras más alarmantes
de jóvenes involucrados en hechos de violencia.
Robo, agresión, abuso sexual,
homicidios, vandalismo que tal vez suenen como hechos aislados, o noticias de
prensa amarillista. Sin embargo siento que sería algo simplista explicarlos
como consecuencias de jóvenes medicados con psicofármacos.
Recientemente la CCHR , Comisión de
Ciudadanos por los Derechos Humanos, organización sin fines de lucro, cofundada
por la Iglesia Scientológica ( Tom Cruise), California USA, en una reciente publicación, relacionó
múltiples hechos de violencia con armas de fuego, armas blancas, homicidios masivos o bombas con el hecho de que los autores de éstos
crímenes, estaban al momento de los
delitos bajo la influencia de drogas psicofarmacológicas prescritas, o
en la abstinencia de ellas.
A partir de este enfoque me pareció
interesante compartir mi reflexión al respecto.
Una reflexión que debería ser seguida de
datos, que existen y son muchísimos, pero que a un día de terminado el año lo
dejo para quien se quiera adentrar en bucear publicaciones científicas, y así
también evito en estrés que me genera personalmente tal cantidad de data.
No discuto los hechos, repudio totalmente
y jamás justifico la violencia, y menos aún la impunidad de muchos de estos
actos cotidianos.
Mirando algunos de los fármacos que
estaban en la lista de la publicación de CCHR, había desde ansiolíticos,
antidepresivos, estimulantes hasta antipsicóticos...es decir un amplio espectro
de moléculas.
Con
20 años en mi trabajo con pacientes y familias afectadas por TDAH, y de
entender como se expresan los desórdenes de conducta, o la falta de
autorregulación emocional, pensaba si sería justo publicar así y difundir una
información que quedaría cargando de miedos, generando dudas en padres y
pacientes.
Si
pienso en la población mundial no medicada por nosotros los psiquiatras, ni
siquiera detectados o diagnosticados, que abusan del alcohol por ejemplo.. y
pierden control de su conducta, y cotidianamente violan, abusan físicamente,
denigran o matan bajo el efecto deletéreo del alcohol, diría:
¿Vamos a ir a
ponerle una etiqueta a los vinos, ahora que diga que puede generar efectos
colaterales de violencia, manía, psicosis, etc.?
Ni hablar de los efectos de las drogas,
cocaína, LSD, marihuana sintética, paco, y muchas mas…que forman parte del
combo que con el alcohol están destruyendo la sociedad posible de un futuro ya
incierto.
Ni las fiestas en donde chicos que aún
púberes se alcoholizan hasta quebrar, como dicen, sin haber conocido siquiera
un momento de disfrute.
Bebidas energizantes, que alteran la
vigilia, mezclas, pastillas, etc.
Ciertamente muchas conductas en un sujeto
pueden cambiar bajo los efectos de sustancias, así como puede desviarse
producto de un desorden mental sin tratamiento, o consecuencia de vivencias
traumáticas repetidas que los dejan sin oportunidad de sentirse parte de la
sociedad que luego desean destruir a balazos.
La
medicación que se indica cuando se arriba a un diagnóstico, no sólo debe ser
evaluada por el profesional a cargo, y controlada, sino debe cumplir con el
objetivo de mejorar la conducta y la emocionalidad cuando éstas están en
desequilibrio, no se supone que un sujeto en tratamiento sea víctima de
conductas peores que las del trastorno tratado..
Factores que vienen a mi mente, habiendo
trabajado en contacto con las prácticas médicas en Salud Mental en Estados
Unidos, me llevan a pensar:
· ¿Cuántos pacientes reciben diagnósticos apresuradamente? ó simplemente el médico no realiza las
entrevistas con el tiempo y la modalidad abierta y se rigen sólo por contabilizar síntomas? Cuántos hoy son
rehenes de los seguros que exigen llenar formularios, sin siquiera recordar el
nombre del paciente o de sus padres?
· Hay casos que de esta manera llevan a los jóvenes a conseguir la
medicación que quieren. Para estudiar
con mayor rendimiento, para fines recreativos, para bajar de peso, para vender
en el colegio o en la Universidad. Mal uso y Mala praxis.
· Muchos psiquiatras no están en los “seguros de salud” , y el costo de
las entrevistas en Salud mental, es demasiado alto para tenerlas con la
frecuencia que sería necesaria. Eso los deja a los pacientes y familias sin el
seguimiento ni la mirada profesional de la evolución de los cuadros, o la
titulación de sus dosis. Van por un “refill”.
Nadie los ve en el mientras
tanto. Nadie escucha ni ve cual es el
Impacto.
· Pasa cada día mas en
nuestro país que la Salud Mental queda excluida, como algo que no merece la misma
cobertura médica que una cáncer de mama, o una cirugía de colon, esas son
enfermedades “ médicas”, que causan sufrimiento y
muerte.
Sin embargo los intentos de suicidio y la tasa de
suicidios consumados en la población general dice algo muy diferente pero no
alcanza para modificar la política de Salud Pública.
· Pensar en forma
reduccionista, y adjudicarle a los fármacos la etiqueta de culpables, o a
quienes prescribimos, es a esta altura de los avances en neurociencias
inadmisible.
· Mientras tanto, se obvia
el rol de la sociedad que adolece de lo que en mi parecer es el germen de tanta
criminalidad destructiva.
Padres ausentes, que trabajan en exceso
para darles a sus hijos un supuestamente mejor porvenir, pero los dejan
huérfanos en el proceso de crecimiento.
Algunos dedican sus mejores años a tener
un capital que luego deben gastar para tratar su insatisfacción crónica, su
apatía o sus adicciones.
Otros deben trabajar para sobrevivir,
pero muchos de éstos logran un balance mas saludable.
Familias que cada vez están mas expuestas
a la dinámica de jungla en ciudades que fagocitan su estructura básica, y donde
el tiempo pasa a ser lo único que se escurre, haciendo mas cruel la corrida
hacia metas inalcanzables, detrás del dinero que aparenta ser la Meca, y sin
embargo deviene en su amo.
Infancias empobrecidas de afecto, de
presencia paterna, de simplicidad y de juegos, reemplazada por niños
adoctrinados para recibir una educación que sea útil para luego ser un
engranaje mas de la maquinaria productiva.
Poco registro del valor del disfrute y de las
demostraciones de afecto, pocos abrazos. Poca valoración a descubrir los
talentos individuales, la esencia, la individualidad como punto de partida.
Sabemos que tras denuncias y hechos de
abuso en niños en período de educación inicial, (jardines de infantes), los maestros
no pueden tocarlos para cambiar sus pañales o ropa interior, y tienen que
llamar a sus madres si se ensucian.
Temen abrazarlos si lloran o se angustian
porque quieren evitar miradas acusatorias…
Un claro ejemplo de tratamiento
inadecuado de un problema que sí se realimenta, dejando niños sin contención
ante la angustia y el miedo, y a pedófilos que siguen graduándose como docentes
sin que cambie la evaluación psicológica de ellos.
La misma sociedad que obliga a que las
víctimas nos encerremos tras las rejas mientras los delincuentes circulan con
plena impunidad en nuestras calles.
Espacios pequeños, que reducen la
curiosidad exploratoria de los niños a un estante, o a una situación molesta
que hay que acallar con una pantalla del tamaño al que pueda accederse. Cada
vez mayor costo para una vivienda, lleva a niños a vivir en espacios
asfixiantes para sus cerebros, y a emociones que se envasan sin ensayar
siquiera cómo es diferenciarlas.
Grupos sociales híper conectados pero en
franca e insana competencia, mostrando el codiciado “ éxito” en imágenes,
fotos, videos y redes sociales, que develan la ausencia, de la presencia del
otro. No hay tiempo para amigos reales, y tener en una vidriera aquello que
desean y no poseen muchas veces despierta resentimiento, codicia y destruye la
empatía y la paz interior de quien mira. Que sale a conseguirlo a cualquier
precio.
Jóvenes adictos a la imagen, a la
delgadez como valuarte, al culto del cuerpo, a tatuajes, a piercings, como
condecoraciones, o heridas de guerra, muchos con cortes múltiples de
autoagresión buscando reencontrarse con alguna sensación que los saque de la
anestesia de sentido.
Juegos en consolas, pantallas,
computadoras, teléfonos, que están diseñados para entrenarlos a matar, para
atropellar peatones, para derribar edificios, y que cuántos mas bajen mas suman
en su haber crediticio. Se sienten poderosos al premiarse su violencia, y
crecen como plantitas de interior pálidos, y sin brillo. Desconocen el
entusiasmo de aprender equivocándose, de patear una pelota, o trepar un árbol.
Intolerancia ante las diferencias,
fanatismos extremos, abuso de poder y una exagerada lista de exigencias, hacen
que muchos queden afuera y sientan resentimiento y desapego. Un mundo dividido
por las ansias de poder que muestran la enorme impotencia de la sociedad
empobrecida.
La sobrevaloración de la inmediatez, la
intolerancia a las esperas, a los errores, a cualquier cosa o ser que se
interponga entre el objetivo deseado y el sujeto. Una pérdida del entusiasmo
por el esfuerzo, la desvalorización del compromiso, la decadencia y la ausencia
de motivación propia y metas posibles.
Pensando
nuevamente, no será demasiado simplista, enfocar el tema desde el uso de
psicofármacos?
Serán
los psicofármacos un recurso que una sociedad a veces abusando de ellos delata
cuan infeliz está siendo su vida?
Conozco los grupos activistas que con
fanatismo defienden a la sociedad del supuesto negocio de la Industria
Farmacéutica, negando absurdamente el avance de la neurociencia, que
contrariamente a lo enunciado, permite a millones de jóvenes y niños insertarse
socialmente, estudiar, lograr metas que le permitan sentirse valiosos.
No sin mencionar, que una pastilla sola,
o un diagnóstico no explican ni cambian el destino de alguien.
Trabajar con seres reales, sufrientes,
que cotidianamente recorren en busca de ayuda, me reconfirma aún mas cuanto
falta aún en la Salud Pública de reconocimiento y de inclusión de la
Psiquiatría y la Salud Mental en general.
Espero que esto también esté en la lista
de cambios, para hacer foco en una sociedad mejor.
Siempre se puede, si tenemos una meta
clara, aún cuando se afecten intereses económicos.
Si se enaltecen la vida por sobre todo, y juntos miramos la educación
y la salud como dos ejes fundantes en la construcción de una Nación,
probablemente evitemos importar hechos de esta naturaleza, y disminuir lo que
ya está infiltrado.
La familia es para mi la que necesita ser rescatada. En ella
está el secreto.
En ella enfermamos, sanamos, crecemos,
sufrimos, celebramos y es la plataforma de despegue del ser.
No dejemos que un reduccionismo engañe a tantos
padres que necesitan tranquilidad y no alarma.
Muchas gracias y feliz año 2016.
Norma C. Echavarria
Médica psiquiatra.
30 de Diciembre 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario es siempre bienvenido.