Pensando en las posibilidades que existen en este momento, para diagnosticar y tratar adecuadamente
el TDAH en todas las edades de la vida, me resulta inadmisible, inentendible e intolerable, ver a diario como pasan cientos de pacientes, delante de la nariz de profesionales de la Salud Mental, psicólogos, psicopedagogos, psiquiatras, sin ser vistos.
Algunos neurólogos son los que hoy, en silencio van a la vanguardia, y se animan.

Los profesionales, obvio.
Nada ven, nada escuchan, nada dicen.
Lo peor, es que hacen.
Hacen algo mucho mas temible.
Diagnostican como patologías primarias sus "comorbilidades", o sea pasan a ser pacientes "depresivos", " ansiosos", "bulimicos", " adictos", "impulsivos", "Borderline".... Insatisfechos, demandantes, quejosos, olvidadizos, manipuladores...etc

Pero sólo como una carga adicional, de convivir con su real problema, o por ser comórbidos con el TDAH.
En su accionar éstos profesionales, les transmiten una emocionalidad de desesperanza, muchas veces de rechazo, en lugar de aceptar su propia incapacidad de brindarles la ayuda que necesitan.
Declarar nuestra ignorancia es el primer escalón para el aprendizaje.
Pero parece que reconocerlo podría ponerlos en problema.
El Deficit de Atención e Hiperactividad no es visto, porque los profesionales desconocen cómo se muestra, que cara tiene. Que dice, cuando habla, que hace cuando actúa...
Tiene de rehenes a los que lo sufren, y pareciera que de cómplices a los profesionales que eligen ignorarlo, a los docentes que diariamente los reciben en sus clases.
El TDAH tiene varias expresiones, y éstas cambian según las etapas de la vida, lo mismo que las diversas formas de presentación, pero no son tantas como para desistir conocerlas.
¿En definitiva, cómo encontrar algo que no estoy buscando?
Ignorarlo estando frente a ellos, es estar ciego.
La ignorancia no debe ser cuestionada, lo que si debiera serlo es el desgano y el desinterés en aprender.
Decenas de pacientes a diario, relatan sus largas travesías por consultorios, por tratamientos, que aunque puedan generarle un cierto alivio, los dejan sin la oportunidad de funcionar como podrían.
Yo soy ejemplo de ello. Años relatando los olvidos, las pérdidas, hasta recibí la interpretación salvaje de una médica que acotó que también había perdido un hijo.
Alguien podría tener registro de conducir, si constantemente atropella gente a su paso?
No debería ser obligación que quien está sentado en un consultorio, demuestre que sabe, y que alguien se garantice de quitarle la licencia si daña impunemente?

Me recuerdan cómo me escondía debajo de mi pupitre en 2 grado, cuando mi maestra tomaba la tabla del 9.
Yo quería evitar ser vista, era una estrategia que postergaba el dolor frente al inminente fracaso. Niña con TDAH sin chance de diagnóstico entonces.
¿Pero ellos de que escapan?
Creo que de su ignorancia, que barren debajo de la alfombra.
Es acaso que no saben cómo hacer un diagnóstico, o cómo no tuvieron oportunidad de estudiar esta patología en su formación de grado, o posgrado, tienen el mismo descreimiento que la sociedad que se resiste al rótulo?

Ayer escuché por la radio un psicólogo hablar de las fobias y casi me desmayo.
Pero estoy muy acostumbrada a escuchar relatos fantásticos aún en pleno 2016...

Eso parece ser sánscrito para muchos.