Muchos sujetos, hombres y mujeres tienen dificultades en áreas cotidianas de su vida.
Los inicios de una relación romántica, con el impulso y el entusiasmo característicos, generan por una parte un interés que ayuda a ordenarlos, y hace que sus dificultades ejecutivas sean menos visibles a simple vista.
Pero estos sujetos sin embargo aportarán junto a sus dificultades, la posibilidad de que sus parejas ocupen el rol de rescatistas o protectores.
Una mujer insegura, que no pueda organizarse, que presente dificultades en la toma de decisiones, será un terreno adecuado para un varón con decisiones claras. Si le sumamos buena determinación y organización, podrá también escribir el guión que él desea para ella.
Si por otra parte él como muchos varones, tiene objetivos precisos, le diseñará los pasos claramente, y definirá todo, hasta que tipo de muebles deberán comprar para su living. O dejará que su madre lo haga por él, sin que ella opine.
Ella aportará su calma. Demasiada calma. O demasiado silencio, con gran angustia pero del lado de adentro. Invisible.
Sigamos con el supuesto ejemplo...
Ella, podrá haber terminado sus estudios, o no haberlo hecho.
Las mujeres tenemos muchas veces la gran cohartada de la maternidad para esconder la inseguridad laboral y las indefiniciones, los miedos y la falta de objetivos a largo plazo.
No quiero con esto decir que pienso que la maternidad sea una excusa, para nada. Pero muchas mujeres se protegen detrás del rol que en general es uno donde las mujeres sentimos mas éxito que fracaso.
(Hasta que llegan nuestros hijos a la adolescencia.. aclaremos)
Sin dispersarme, volvamos al relato.
Una mujer que ayudada por su amado, no aprende a resolver sus conflictos, ni sabe elegir, ni hacer cosas sola, que teme al error, u olvida lo que tiene que hacer, será seguramente adoptada en forma de escena de rescate a princesa en la torre, para que esa fragilidad tan seductora reciba al principe salvador que será su protector y guarda.
Muchos de estos rescatistas, necesitan hacerse cargo de la vida de otros, de ser superhéroes, de sentirse hacedores y proveedores, porque no son demasiado seguros tampoco.
No todos, superhéroes, ni todos seguirán principes.
Con el tiempo, el rescatista, cansado de vivir por él y ella juntos, y empieza el juego de la queja y el hastío. La vida puede tener formato de dos soledades juntas, o de una simbiosis de alto grado de peligrosidad.
Algunas parejas pueden sobrevivir en sistemas de este estilo, donde uno es hijo del otro.
Pero a diferencia de los hijos, que crecen y se van independizando, esta pareja no evoluciona.
Lo que si lo hace es la insatisfacción.
Ella esperará a que el llegue, dudando de todo, desorganizada en los quehaceres, desbordada con situaciones que a otro serían sencillas. El llegará a ocupar su otro puesto, donde tal vez lo que ella si pueda hacer es servirlo con bandejita de plata. Esperando que su amo le agradezca y acepte su gracia.
Parejas sin individualidades, no podrán sentirse satisfechas. Mutilada la independencia, tendrá mucha probabilidad de que el principe abdique.
Si sobreviene la muerte de quien lleva la corona, o el divorcio y la partida. la mujer niña se parte, no puede seguir sola porque vuelve a sentir una vulnerabilidad que nunca pasó de grado.
Podrá buscar un suplente, o ser adoptada por algún hijo, pero a esa altura de la vida será algo tarde para generar cambios si no toma la decisión de enfrentarse a su dependencia.
Y eso es doloroso y cuesta trabajo. Y requiere tiempo, no hay salidas inmediatas.
Hacerse cargo, es realmente graduarse como adulto. Hay muchos niños de mas de 30 dando vueltas detrás de otro que lo ampare.
Este relato aclaro puede ser válido si cambiamos el rol, y quien es afectado disfuncionalmente es el hombre. Buscará una mujer activa, socialmente aceptada, muy capaz de manejarse seguramente con las finanzas y los balances. No podrá él, en ese caso ser madre, pero de haber chance se quedaría en la casa asegurándose estar protegido, y ejercer muy bien un rol donde no se exponga. Y se sienta a salvo.
A salvo de sí mismo.
No es malo ayudar al otro, si en la ayuda contemplamos la transición hacia el aprendizaje y la independencia. Pero mas alla de las variables posibles, cada ser deberá poder ser aceptado tal cual como es y no ser rellenado, o maquillado para ajustarse al estandard.
Tarde o temprano mandarán la cuenta.
Norma Echavarria
Copyright.
2011
Los inicios de una relación romántica, con el impulso y el entusiasmo característicos, generan por una parte un interés que ayuda a ordenarlos, y hace que sus dificultades ejecutivas sean menos visibles a simple vista.
Pero estos sujetos sin embargo aportarán junto a sus dificultades, la posibilidad de que sus parejas ocupen el rol de rescatistas o protectores.
Una mujer insegura, que no pueda organizarse, que presente dificultades en la toma de decisiones, será un terreno adecuado para un varón con decisiones claras. Si le sumamos buena determinación y organización, podrá también escribir el guión que él desea para ella.
Si por otra parte él como muchos varones, tiene objetivos precisos, le diseñará los pasos claramente, y definirá todo, hasta que tipo de muebles deberán comprar para su living. O dejará que su madre lo haga por él, sin que ella opine.
Ella aportará su calma. Demasiada calma. O demasiado silencio, con gran angustia pero del lado de adentro. Invisible.
Sigamos con el supuesto ejemplo...
Ella, podrá haber terminado sus estudios, o no haberlo hecho.
Las mujeres tenemos muchas veces la gran cohartada de la maternidad para esconder la inseguridad laboral y las indefiniciones, los miedos y la falta de objetivos a largo plazo.
No quiero con esto decir que pienso que la maternidad sea una excusa, para nada. Pero muchas mujeres se protegen detrás del rol que en general es uno donde las mujeres sentimos mas éxito que fracaso.
(Hasta que llegan nuestros hijos a la adolescencia.. aclaremos)
Sin dispersarme, volvamos al relato.
Una mujer que ayudada por su amado, no aprende a resolver sus conflictos, ni sabe elegir, ni hacer cosas sola, que teme al error, u olvida lo que tiene que hacer, será seguramente adoptada en forma de escena de rescate a princesa en la torre, para que esa fragilidad tan seductora reciba al principe salvador que será su protector y guarda.
Muchos de estos rescatistas, necesitan hacerse cargo de la vida de otros, de ser superhéroes, de sentirse hacedores y proveedores, porque no son demasiado seguros tampoco.
No todos, superhéroes, ni todos seguirán principes.
Con el tiempo, el rescatista, cansado de vivir por él y ella juntos, y empieza el juego de la queja y el hastío. La vida puede tener formato de dos soledades juntas, o de una simbiosis de alto grado de peligrosidad.
Algunas parejas pueden sobrevivir en sistemas de este estilo, donde uno es hijo del otro.
Pero a diferencia de los hijos, que crecen y se van independizando, esta pareja no evoluciona.
Lo que si lo hace es la insatisfacción.
Ella esperará a que el llegue, dudando de todo, desorganizada en los quehaceres, desbordada con situaciones que a otro serían sencillas. El llegará a ocupar su otro puesto, donde tal vez lo que ella si pueda hacer es servirlo con bandejita de plata. Esperando que su amo le agradezca y acepte su gracia.
Parejas sin individualidades, no podrán sentirse satisfechas. Mutilada la independencia, tendrá mucha probabilidad de que el principe abdique.
Si sobreviene la muerte de quien lleva la corona, o el divorcio y la partida. la mujer niña se parte, no puede seguir sola porque vuelve a sentir una vulnerabilidad que nunca pasó de grado.
Podrá buscar un suplente, o ser adoptada por algún hijo, pero a esa altura de la vida será algo tarde para generar cambios si no toma la decisión de enfrentarse a su dependencia.
Y eso es doloroso y cuesta trabajo. Y requiere tiempo, no hay salidas inmediatas.
Hacerse cargo, es realmente graduarse como adulto. Hay muchos niños de mas de 30 dando vueltas detrás de otro que lo ampare.
Este relato aclaro puede ser válido si cambiamos el rol, y quien es afectado disfuncionalmente es el hombre. Buscará una mujer activa, socialmente aceptada, muy capaz de manejarse seguramente con las finanzas y los balances. No podrá él, en ese caso ser madre, pero de haber chance se quedaría en la casa asegurándose estar protegido, y ejercer muy bien un rol donde no se exponga. Y se sienta a salvo.
A salvo de sí mismo.
No es malo ayudar al otro, si en la ayuda contemplamos la transición hacia el aprendizaje y la independencia. Pero mas alla de las variables posibles, cada ser deberá poder ser aceptado tal cual como es y no ser rellenado, o maquillado para ajustarse al estandard.
Tarde o temprano mandarán la cuenta.
Norma Echavarria
Copyright.
2011
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