
Todo cambia, eso es un hecho inevitable.
Puede que nos lleve tiempo aceptar los cambios.
Aceptar que tendremos que modificar el plan de ruta que ilusoriamente creíamos seguro.
Somos seres de planes, casi como los árboles buscamos echar raíces que nos sostengan y armamos fortalezas que nos den calma.
Sin embargo, la vida nos recuerda cada tanto, que estamos de paso.
Que aún con un título de propiedad en la mano, un contrato laboral o una cuenta bancaria, todo puede desaparecer de la noche a la mañana.
Los seres humanos venimos con un menú de recursos que contempla nuestra habilidad para lograr adaptarnos pero
después sin aviso, la vida nos cambia las reglas de juego, los jugadores, o los escenarios.
Puede ser interesante en este momento tan crítico para la humanidad entera, darnos cuenta cuál es el verdadero sentido de este juego.
Teníamos olvidadas muchas cosas, creo.
Un precio demasiado alto para traernos nuevamente a primer plano la conciencia de la vida como valor inigualable.
Si hoy estás angustiado porque se acabaron tus ahorros, o tuviste que cerrar tu fábrica, tu despacho, tu oficina, o tenes parada por completo tu actividad, entiendo perfectamente la vivencia que te envuelve. Nos sentimos estafados, injustamente, sin fuerzas, sin deseos de levantarnos para empezar de nuevo.
Pero te recuerdo, no somos árboles.
Podemos movernos.
Podemos salir de ese sitio en el cual quedamos, y abrir otras puertas.
Te lo digo, porque en este mismo momento, hay familias, que no pueden despedirse de sus seres queridos, que mueren solos.
Cualquiera de ellos, seguramente te cambiaría en el acto el lugar, reinventándose y pensando que va a existir una salida. Daría todo a cambio de la vida de aquel que ama y murió por asfixia de la mano de una enfermedad despiadada.
Si dejamos que la desesperanza se apropie de nosotros, seremos víctimas de nosotros mismos.
Mirá el sol que salió hoy de nuevo.
Respirá y llena tus pulmones del aire frío de la mañana.
Mirá a tus hijos, tus padres si los tenés, mirate al espejo.
Estamos vivos.
Reciclarse es el desafío.
Todo pasa, lo bueno y lo malo también.
Todo se acaba, esto también pasará
Buena semana a todos
Norma Echavarria
A cada quien, arrancar nos toma un determinado tiempl. Lo importante es que estemos atentos a nuestra voz interior que nos susurra "hey, ahora si...dale, y si hoy es el dia?". Vamos!!no es tarde!
ResponderEliminarHoy es "el" dia para muchos. A bancarlos!!!!
Las circunstancias sin las mismas, los condicionamientos..igual. lo uno que puede cambiar, es nuestra actitud. Vaya..no es poca cosa!!!
Muchos, no pueden ponerla en practica. " teoria del Vaso medio lleno"
Gracias marcela por tu aporte. Obvio que las diferencias individuales frente a las necesidades cuentan y mucho!!! Todos aparte de nuestros recursos, traemos una historia y estamos llenos de interpretaciones que asumimos como verdades.. Es momento en que volvamos a tejer una red, donde reformulemos que en lugar de estar atrapados, nos contenemos y ayudamos mutuamente.
EliminarUn abrazo
No sé Norma...Los árboles forman parte de nuestra historia filogenética. Son seres vivos y tienen (como siempre, unos más que otros) capacidad de adaptación ante los múltiples desafíos que la vida les presenta. Entre determinantes sociales de la salud e interdependencias no veo que tengamos mucha más capacidad de libre albedrío que un árbol. Un poco más sí. ¡Porque podemos movernos, en eso totalmente de acuerdo contigo!! Puedo decidir si rompo un plato o un vaso....
ResponderEliminarNo sé si en determinadas circunstancias no nos convendría ser más árboles. ¡Me pido jacarandá!!
Un gran abrazo hermana!!! GRACIAS!!
Gracias Contxa por estar leyendome. Hablo de moverse, de salir de la queja, de esas raices que se ensañan con la posibilidad de vernos desde otra perspectiva. Creo firmemente en la enorme capacidad que podemos desarrollar al recrearnos. Yo amo la naturaleza.. quisiera ser roble en otoño, y sauce llorón en verano.. cerezo en primavera y eucaliptus en invierno.. Como no nací arbol, puedo ir a sentarme bajo de cada uno de ellos y sentir la viva esencia en su olor a savia... Amo ver los leños arder, pues es un ejemplo de la permanente transformación en todo. Un abrazo y feliz de leerte
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