La caja
de Pandora.
Un escrito que cumplió 5 años ya...y hoy comparto con todos.
Mitos,
historias que intentan dar una respuesta a emociones, conductas humanas, enigmas, llevan en sí el germen de nuevas
preguntas.
Hoy,
mientras mi pequeña hija Lucía, de 8 años convaleciente de una
angina, permanecía en la cama, pudimos leer
juntas el mito de Pandora… tarea de inglés.
Salimos
juntas a volar un rato…….. Yo seguí pensando… como siempre..
Me
surgieron preguntas ante esta historia.
En síntesis en la Antigua Grecia los hombres vivían muy felices, y tranquilos, sin problema alguno, asi
parecía..
El Dios
Hermes llegó ante Pandora y Epimetheo,
confiándoles a ellos una gran caja,
para su cuidado, mientras él viajaba.
Un solo
pedido les encomendó.
Bajo ningún concepto debían
abrirla.
La
curiosidad enorme de Pandora, pudo más que el pedido.
Al abrirla
salieron de ella malignos elfos que extendieron sobre el mundo todos los males
hasta allí desconocidos.
Ella
sintió angustia y dolor.
Epimeteo,
ira.
Todos
peleaban y discutían.
Luego una
voz desde el interior de la caja clamaba por ser liberada.
Pandora abriendo nuevamente la caja, deja libre a un hada salvadora.
Esperanza...
Ella
terminaría con los daños de los elfos.
Fin. fin?
Ahora
bien………
La
curiosidad, que pudo mas que el compromiso adquirido ante Hermes, el Dios
griego que le encargase cuidar de la caja, y la tentación de ir mas allá de lo permitido, como fuente
de estímulo y adrenalina…….
¿Por que triunfaron? O acaso
Pandora y Epimeteo perdieron su gobierno?
Antes de
que los elfos dañinos portadores de problemas,
se extendieran por el mundo parece ser que los hombres eran felices…como con Adan y Eva?
Pensar en
la historia me llevó a reflexionar nuevamente
acerca de las emociones humanas.
La emoción que genera la curiosidad, esa especie de temblor que
impulsa a accionar, solo por la necesidad de calmar la sed y la avidez de una
acción, pareciera ser una emoción positiva...
Pero ante
la curiosidad,con la urgencia de seguir e ignorar los límites que por momentos nos marca la vida, surgen emociones
negativas muchas veces, aún sin que nosotros abramos
ninguna caja prohibida.
Los
enormes costos que genera en un sujeto avanzar sin respetar los límites, muchas veces daña tanto a quien los traspasa
como a quienes conviven con él.
El
enigma, lo secreto, suele ser irremediablemente atractivo, llama nuestra atención, demanda nuestro interés.
Lo nuevo, lo diferente,
instinto de búsqueda que despierta emociones que hacen sentir que estamos
vivos. saber, experimentar, descubrir...
Creo que
lo mismo sucede cuando un hombre imagina la desnudez del cuerpo femenino, solo
desde lo sugestivo de un escote, o una pollera.
Sostiene
el interés.
Por lo
general, no hay igual sensación ante la desnudez, que deja
al hombre sin la posibilidad de imaginarse las curvas que tanto le seducen.
Ya todo
está a la vista.
Los seres
humanos, somos débiles ante lo prohibido, solo
que algunos obtienen de esa trasgresión o quiebre de reglas una
emoción que les resulta necesaria
para estar vivos.
Muchos
sujetos tienen necesidad de abrir constantemente Cajas de Pandora.
Pasar lo
permitido, por la emoción de ir hasta donde su
curiosidad y su necesidad de estímulo le dirigen.
Y
pareciera desde una mirada objetiva, que un sujeto que transgrede los límites y que no acepta marcos prefijados, es un sujeto
libre, diría desde mi opinión, “hace lo que quiere” como muestra de su libertad.
Sujetos
con conductas adictivas, que no pueden negarse ante una tentación que promete placer o alivio a su creciente tensión interna, son en principio seres que jamás serán libres.
Desde esa
conducta, mas bien viven atrapados y sin libertad en lo absoluto.
Prisioneros
ante la urgente necesidad de accionar, sin pensar en las consecuencias,
sucumbiendo ante las cosquillas que les genera lo nuevo, lo diferente, los
excesos, lo imprudente, los cambios continuos, salen a buscar algo que
necesitan, para poder sentirse vivos.
En el
mito de la Antigua Grecia, no sólo Pandora recibió el castigo al experimentar tristeza, dolor y culpa, a
partir de dejar salir los elfos portadores de los males, su extensión fue a todos los seres humanos.
Muchas
acciones que están guiadas a obtener placer
inmediato, calmar la necesidad, experimentar lo nuevo, traen consigo oculto el
germen de lo negativo, que sistemáticamente se instala como
insatisfacción.
Para sí y muchas veces dañando a quienes lo rodean.
Es la
misma insatisfacción, el vacío, que lleva al sujeto a buscar nuevamente una satisfacción inmediata.
La
satisfacción inmediata, suele estar
seguida casi en forma automática por alguna de estas
situaciones emocionales: arrepentimiento, culpa, vergüenza, vacío, angustia, ansiedad, etc.
que son solo algunas de las muchísimas expresiones de cómo en vez del premio prometido que alimenta la tentación, su lugar es ocupado por el castigo.
Imaginarme
un mundo sin emociones negativas, me es tremendamente difícil.
Pensé también en la expulsión del hombre del paraíso terrenal, por sucumbir ante
la tentación y morder la manzana
prohibida….
Otra
forma más que aparece para dar lugar a
la explicación del sufrimiento humano.
Poner énfasis en sujetos que viven en el vértigo que les da traspasar los límites, me hace pensar en sujetos que más que premios, reciben castigos, y que a cambio de un efímero tiempo de placer, son condenados a
cadena perpetua, que resulta el precio de comprarse satisfacción inmediata.
¿Pero que llevó Pandora a no resistir la curiosidad?
¿Que la llevó a ignorar la consigna?
¿Cuántas emociones anulan la posibilidad de evaluar una
conducta, sus riesgos y sus consecuencias, eliminando con una demoníaca excitación, el necesario paso por el
filtro analítico de la razón?
Muchas
pueden ser las explicaciones, pero quisiera que al menos en alguna de las que
enumere surja la posibilidad de cambio.
La
insatisfacción crónica, el aburrimiento, la desmotivación, la baja tolerancia a la frustración, la ansiedad que espera resultados en la inmediatez, son
algunos de los sustratos que conducen a la búsqueda del alivio, en lo que
muchas veces parece ser promesa de plenitud.
Obviamente
la curiosidad llevó en muchos casos a resultados
positivos, grandes descubrimientos científicos surgieron de ella.
Hombres y
mujeres llegaron a amarse por la curiosidad que les generase la presencia del
otro.
Pero
cuando la satisfacción no se halla en el proceso de
búsqueda de algo, en el crecimiento de un proyecto, o en el
sostenimiento del objetivo a largo plazo, cuando por lo contrario un sujeto
choca constantemente con la realidad que lo frustra, el camino buscado suele
ser el de la emoción inmediata.
Mi
imaginación, me lleva a visualizar una
Pandora aburrida.
Necesitada
de cosas que le diesen placer, ya que la vida de esa Antigua Grecia monótona era demasiado predecible.
Y
entonces pensaba encontrarse con joyas, perfumes, monedas, telas hermosas, que
debían ser lo que hicieran tan
importante esa caja.
Objetos
que suponen una carga de valor en sí mismos.
Ella quería ver.
Y abrió la caja, y volaron los elfos, e inundaron al mundo de
angustia, de enojo, tristeza, culpa, dolor, entre otros padecimientos.
Y cada
vez que sucumbimos a una tentación, cada vez que llenamos
nuestras arcas de objetos externos para proveernos de valor y de placer, la
sensación que obtenemos de ello, pasa
de alivio a vacío, culpa, y volvemos al círculo una y otra vez.
Miles de
situaciones sociales, en la actualidad están sosteniendo estas conductas
adictivas.
Una vida
que solo parecería ser divertida por obtener
estados emocionales a partir del afuera.
Emociones
compradas con tarjetas de crédito, objetos que por el sólo hecho de acompañarnos, darían jerarquía y valor a nuestra persona,
son ejemplos de ello.
Vertiginosos
cambios que desvalorizan lo alcanzado con esfuerzo y generan la insatisfacción cuyo objetivo final es mover económicamente al mundo, conforman el entorno que acompaña hiriendo gravemente el desarrollo de los niños.
Y que
entonces de ese entorno de exigencias extremas cuando por sus características un sujeto vive insatisfecho?
Que de la
desvalorización constante, la angustia
frente a sistemáticos fracasos, por metas
inalcanzables, o la pérdida de la motivación?
Si
pensamos en personas que sufren el fluir interno constante de emociones
negativas, no podríamos entonces hasta justificar
la búsqueda de alivio abriendo
cajas como lo hiciera Pandora?
Un niño que crece en medio de una enorme presión de su entorno, que le deja un mensaje permanente de ser
inadecuado, por ser muy lento, o por ser demasiado inquieto, demasiado curioso,
o demasiado tímido, crece acostumbrándose a convivir con la angustia de no encajar.
Un niño o niña con déficit de atención sin diagnóstico temprano, suele forjarse una imagen tremendamente
negativa de sí.
La
ansiedad, la angustia, el aburrimiento, el vacío, la motivación que llega con la misma
velocidad
con la que desaparece, las críticas, las burlas, la
preocupación constante por evitar
sucumbir y fracasar, son la fuente que impulsa a esos niños, cuando crecen a buscar en los riesgos una emoción positiva.
A veces
solo lo hacen porque la acción les trae calma, pero otras
muchas, la mayoría diría yo, lo hacen para poder seguir vivos.
Ante la
palabra adicción, la mayoría asocia el consumo de drogas, marihuana, cocaína, éxtasis, entre las mas
conocidas.
El
tabaco, la nicotina y el alcohol, parecen elementos socialmente asociados al
placer, hasta que quien los consume sin control termina poseído por ellos.
¿Pero y que de la adicción a trabajar?
¿Qué de la tremenda e irresistible conducta de comprar?
La
necesidad de jugar por dinero, la excitación que conllevan esos momentos
de riesgo son solo una trampa.
La adicción a la comida, ante la aparición de un problema, o varios.
La adicción a las excusas, para evitar reproches, a mentir, como
consecuencia de no poder sostener la falta de éxitos reales.
La adicción a la cama, o al televisor, o a la computadora..
La
necesidad de cambios constantes, la imperiosa necesidad de obtener la atención de los demás, también puede transformarse en adicción, la infidelidad, es una de las consecuencias de esa
conducta.
Muchas
veces un sujeto víctima de una adicción se repite una y otra vez, promete y jura que esa vez es
la última.
Realmente
después de tantos episodios los que
están alrededor, dejan de creerle.
Como en el cuento del pastor y el lobo.
Repiten, “no quiere”. “Si realmente lo quisiera, dejaría de hacerlo”.
“Si me amase, o le importase,
no lo haría”.
Lo que
ignoran es que una persona prisionera de la
tiranía de la satisfacción inmediata como forma de vida, no puede salir del círculo negativo.
No poder
es muy diferente de no querer.
¿Y entonces?
¿Debemos aceptar las pestes y
los males cada vez que se abra la caja prohibida?
¿Puede ser que un sujeto una y
otra vez vaya en búsqueda de castigos?
Hace poco
un paciente adulto, inteligente, creativo, víctima de múltiples sufrimientos me dijo, que en realidad el creía que buscaba castigarse….volviendo a hacer lo que le
generaba sufrimiento una y otra vez.
Me sonó una “interpretación” aprendida en un contexto de
diván…
Alguien
que va en busca de calma por sus síntomas y obtiene como
respuesta muchas veces que es él mismo, quien desea el
malestar con el que vive….dificilmente encuentre la
salida...
Nadie ansía el dolor.
Menos aún ser mentor voluntario de su propio malestar.
Si puede
que se transforme en el creador de una escenografía que lo lleva a ejecutar un
personaje que no es quien es realmente.
Que
enredado en intentar aliviar su dolor, genere un dolor más profundo y duradero.
Si un
individuo es capaz en creer en sí mismo, si logra una imagen de
sí que lo haga sentirse valioso, si vive con metas posibles,
que puede concretar y traducir en forma de logros, ese sujeto puede vivir sin
vacío.
Sin vacío, no hay necesidad de satisfacciones inmediatas dañinas.
Sin
angustia no hay alcoholismo, ni drogadicción.
Sin
avidez, sin aburrimiento, sin desmotivación, no hay juego patológico.
Sin autoestima,
un ser es y será condenado a sobrevivir de lo
que le prometa en forma inmediata alguna de las atractivas tentaciones…
Para
lograr resistir la curiosidad de lo nuevo, cuando esto no nos está permitido…
Cuando
jugar implica un riesgo, una pérdida, o una vida sin
gobierno, hay que estar muy sólido para decirle NO.
Crecer
implica desarrollar una imagen de sí desde la mirada inicial de
los demás.
Los más significativos personajes, suelen dejar marcas indelebles
que conforman la identidad de la individualidad.
Los
padres, los maestros los amigos de la infancia, son los que llenan nuestros
encofrados de hormigón.
Una vez
fraguado, la estructura es difícil cambiar.
Pero no
imposible.
Imaginemos
que por “error” nos otorgan zapatos para recorrer la vida, que son tres números más chicos que nuestros pies……..
Imaginemos
ahora el dolor al caminar, al ponerse de pie, aún al estar sentado sin apoyar
los pies en el piso, el dolor no nos dejaría libres.
El dolor
que nos recuerda lo inadecuado, el dolor que hace que no podamos disfrutar del
paisaje recorrido.
¿Alguien juzgaría inadecuado que el personaje supuesto deseara ávidamente quitarse los zapatos?
Creo que
nadie con sentido común.
El
problema en nuestro ejemplo, surgiría si luego del alivio de tirarse en la cama, libre
del tormento y la presión continua, al incorporarse,
volviese a meterse adentro de los mismos condenados zapatos, convencido de que
son los que le corresponden.
La
continua necesidad de escaparse para descalzarse una y otra vez pasaría a generar una conducta adictiva.
Ahora
intentemos imaginar que Pandora no hubiese abierto la caja.
Que ella
estuviera tan plena y entretenida con su vida, que nada, ni joyas, ni monedas,
ni telas, o perfumes le otorgaran la “excitación” imprescindible para desoír un límite.
No
hubiera conocido el dolor, la angustia, el sufrimiento.
Pero no
termina así la historia.
Dentro de
la caja, finalmente, Pandora pudo oír una voz que pedía su ayuda.
Que
imploraba ser liberada.
Y Pandora
cedió.
Encontró al levantar la tapa, un hada, de alas plateadas, que se
presentó como la esperanza.
Ella podía terminar con los daños de los dañinos Delfos.
Sanó su angustia, y selló las heridas en sus emociones
que hasta entonces Pandora ignoraba.
Para ser
realistas, si Pandora no hubiese abierto la caja, yo nunca hubiese tenido
trabajo……
No
hubiese entendido de angustia y tristezas, y no podría abrir esperanzas.
Esperanza
es lo que aparece cuando alguien nos ayuda a bajar del círculo negativo de la satisfacción inmediata.
Es la
posibilidad de un diagnóstico, y un tratamiento.
Esperanza
que hará pensar que un sujeto no puede
cambiar, en vez de pensar que no quiere hacerlo.
Desde allí podremos ayudarlo, permitiéndole descubrir la satisfacción a largo plazo.
Y así aceptar sus características, vivir disfrutando de sus fortalezas y no solo detestando sus
debilidades.
Dejando
de lado expectativas inadecuadas, y aprendiendo a anticiparse frente a sus
zonas débiles ya no necesitará buscar abrir cajas prohibidas.
Y la
angustia dejará de acompañarlo.
Y
aprenderá a elegir los zapatos que le
corresponden.
No
importará como se vean.
Serán los que él necesita.
Norma
Echavarría
9/6/06
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